Opinión

Iba a escribir un artículo sobre el monotema de la gestación subrogada, donde todo Cristo se rasga las vestiduras con una hipocresía barata, pero como siempre digo que nada es casual el domingo pasado me sucedió algo en la casa de una amiga y pensé que no debía dejar de escribir sobre el asunto, aunque alguna vez ya lo he abordado en mis artículos.

Los tiempos cambian a un ritmo vertiginoso y con ellos las identidades de las personas, que ven cómo debes estar dentro de unos parámetros sociales que te integren en una nueva realidad creada como si uno hubiera ido al esteticista y le hubieran metido Botox hasta en el tuétano.

“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”. Una vez más mi libro de cabecera por excelencia, El Quijote, me da la clave en algunas de sus frases cuando veo que lo que me rodea no es lo que quiero vivir, pero no hay otra y aquí seguimos, como una reincidente sin escrúpulos.

Mira, quizás sea el primer artículo en el que tenga que dar la razón al Ministerio de los horrores. 

¡Fascistas, sois todos los hombres unos fascistas! No tenéis escrúpulos ni moral al meteros de una manera tan descomunal, como si Atila invadiera Cuba sin saber navegar, contra una mujer que os ha dado todo y aún queréis más. Sois los terroristas de la moralidad.¡ Abajo la amoralidad en todas sus vertientes!

Hemos comenzado el año con un incremento de mujeres asesinadas por violencia de género y aquí nadie se culpa de absolutamente nada ni asume responsabilidades.

Cada día amanecemos con un montón de sandeces pronunciadas desde el Gobierno, pero he de confesar que últimamente les tengo que dar las gracias porque sus ideas y su teorías son tan buenas que me ayudan a escribir, y ojo, que cuesta mucho y no siempre tenemos la presa llena para sacar ideas que argumentar los juntaletras como nosotros, los escritores.

Hay situaciones que pueden tener una base argumental, por la cual, aunque no estés de acuerdo, puedes comprender la posición de otros. Es cierto, que no todo es blanco o negro, que siempre hay matices.

Claro, claro, si ya lo decía la telenovela de los 80 que los ricos también lloran, que tienen sentimientos y que sufren como el común de los mortales, ¿verdad Harry, príncipe de Inglaterra?

Se dice que lo mejor que puede pasar a un árbitro es que pase inadvertido, por ello cuando se habla mucho de ellos, malo, malo; algo no funciona bien, algo está pasando. Últimamente sobre todo con las manos en las áreas. 

Vaya por delante en este artículo mi respeto absoluto hacia todas las inclinaciones sexuales, a las que ni juzgo, ni me interesa saber quién se acuesta con quién ni cuándo y me cansa ir con un cartel alegando que me gusta hacérmelo con peces o no.