Estos días ha salido a la palestra la desafortunada noticia sobre un sorteo de Navidad en un cuartel de la Guardia Civil en donde no voy a hacer propaganda electoral porque ni me presento a las elecciones ni utilizo la estupidez humana como moneda de cambio, pero sí que me propuse hacer un pequeño experimento para saber hasta qué punto las nuevas leyes del Ministerio del Bozal nos inhiben de la única libertad que tenemos, la de opinar.