Opinión

Somos lo más inepto que existe como sociedad. Nosotras, unas mindundis del tres al cuarto que se pasan cinco años en una carrera, más el Máster o en un Grado Superior, hemos desechando nuestro tiempo, y no sabemos cómo, cuándo para ser alcaldesa no hacen falta más que dos cosas; ser gorda y lesbiana.

IDIOTA. Este apelativo surge durante la Antigüedad Clásica para calificar a la persona que, descuidando su dimensión política como ciudadano, no se implica de ningún modo en los asuntos relativos a la comunidad (pólis) a la que pertenece, ya que únicamente se preocupa de cuidar sus propios intereses.

Hará un mes aproximadamente, les escribía una Ccolumna titulada: ‘Esponsales políticos de un país que arde a corrupción’, comentando ciertas “cucamonas o arrumacos”, observados entre Yolanda Díaz (Sumar) y Pedro Sánchez (PSOE), y, hasta mediaban tiros de cámara, que no ocultaban una especie de amor político adolescente de lo que ya era un secreto a voces.

No sabéis lo que agradezco cuando quedo con amigos y terminamos hablando sin tapujos de cualquier tema, menos de física cuántica porque no la controlo, pero no se preocupen que pronto seré una experta, será por ganas.

Es el mejor título que podría encontrar para lo que les vengo a exponer en este artículo. El fin de la pornografía is coming, señoras y señores, por ende el frotar se va a acabar. Chispum, bye, bye, Au revoir.

Iba a escribir un artículo sobre el monotema de la gestación subrogada, donde todo Cristo se rasga las vestiduras con una hipocresía barata, pero como siempre digo que nada es casual el domingo pasado me sucedió algo en la casa de una amiga y pensé que no debía dejar de escribir sobre el asunto, aunque alguna vez ya lo he abordado en mis artículos.

Los tiempos cambian a un ritmo vertiginoso y con ellos las identidades de las personas, que ven cómo debes estar dentro de unos parámetros sociales que te integren en una nueva realidad creada como si uno hubiera ido al esteticista y le hubieran metido Botox hasta en el tuétano.

“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”. Una vez más mi libro de cabecera por excelencia, El Quijote, me da la clave en algunas de sus frases cuando veo que lo que me rodea no es lo que quiero vivir, pero no hay otra y aquí seguimos, como una reincidente sin escrúpulos.