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CRÍTICA

Sonya Yoncheva y la Orquesta de la Ópera de Versalles se van de fiesta por el FIS

El Palacio de Festivales acogió el concierto de la soprano búlgara Sonya Yoncheva cantando a Georg Friedrich Händel

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La búlgara Sonya Yoncheva.
Sonya Yoncheva y la Orquesta de la Ópera de Versalles se van de fiesta por el FIS

FICHA

-Festival Internacional de Santander. Sonya Yoncheva, soprano. L’Orchestre de l’Opera Royale Versailles. Director y primer violín: Stefan Plewniak. Arias de óperas de Händel y Corelli. Palacio de Festivales, Sala Argenta, lunes, día 18 de agosto de 2025.

Había interés por escuchar a la soprano búlgara Sonya Yoncheva en su presentación en el Festival Internacional de Santander (FIS), y lo hizo cantando a Georg Friedrich Händel de forma muy personal, digamos. Estamos ante una voz de referencia de una artista muy mediática (Sony Classic manda), y es cierto que posee elementos de atracción para el gran público. Otra cosa es que las expectativas se vean colmadas.

Yoncheva comenzó su carrera musical con el repertorio barroco con grandes maestros, sobre todo con William Christie. Pero su voz se ha ido ensanchando, como es lógico, y a sus 43 años mantiene ese timbre oscuro tan personal, aunque su fraseo y agilidades tan propias del barroco se van perdiendo, como también es lógico. De hecho, ya está abarcando papeles para voces más anchas y un punto dramáticas.

En Santander dedicó todo su programa al genio alemán, acompañada por la Orquesta de la Real Ópera de Versalles, a todo gas. Comenzó con ‘Ombra mai fu’, el aria más conocida de Serse que, como indica Ana de la Robla en las notas al programa de mano, es un larghetto de belleza irresistible, que la cantante lo lleva a su terreno con cierto gusto para ir calentando la voz. Estuvo mejor en ‘Schernito sei!’ de la Alcina haendeliana, donde estaba más cómoda en el registro central y graves.

Sin pausa, afrontó el recitativo y el aria de Giulio Cesare, ‘Se pietà di me non senti’, donde se pudo lucir en los momentos de bravura y registro grave. Sus medias voces lucen bien, aunque sigue adoleciendo de una defectuosa vocalización, no se le entiende nada, algo imprescindible en este repertorio. Ella es muy lista, y muy artista, y sabe compensar sus limitaciones barroquistas con una voluptuosa presencia escénica para regocijo del respetable, con paseo por el patio de butacas incluido.

Estuvo correcta en ‘Theodora’, siguió y se regodeó con la famosa ‘Lascia ch’io pianga’ del Rinaldo alargando las notas en piano y las medias voces, y terminó de nuevo con Alcina con ‘Tornami a vagheggiar’, donde sus coloraturas y el fraseo mejorable, volvieron a quedar al descubierto.

Es indudable que Sonya Yoncheva posee una buena voz, es artista de escenario, lo disfruta y sabe conectar con el público que acaba rendido a sus pies. Ofreció para deleite del respetable, tres propinas, de ‘Dido y Eneas’ de Purcell, de ‘Rinado’ de Händel y terminó con ‘Les Indes galantes’ de Rameau y su famoso Air des sauvages, donde se puso a bailar sin zapatos y palmeando con el público cual festín escolar. Esto último también se lo vi hacer en Oviedo, después de una versión tan solo correcta del ‘Dido y Eneas’, como así lo conté en este medio el 28 de octubre pasado.

La Orquesta de Versalles, mal, sin paliativos, al mando de Stefan Plewniak. Descontrolada, en muchos momentos desafinando y sin contrastes ni dinámicas, el director y violinista polaco impuso unos tempi desaforados, con ritmos de baile y muy exagerado en sus formas, tapando incluso al clave. La complicidad con la Yoncheva no consiguió calmar el despropósito. Su versión ‘prestissima’ del ‘Concerto grosso’ de Corelli, fue para olvidar.

Ya nos gustaría escuchar a la Yoncheva en papeles más dramáticos que seguro que domina, por fuerza vocal y un timbre carnoso muy musical. Pero el repertorio barroco debería ir abandonándolo, salvo que solo sea para su disfrute personal, y económico, en sus recitales veraniegos.