Una ‘Medea’ en tiempos modernos
El Palacio de Festivales acogió la obra de teatro de Eurípides, una nueva producción de La Machina Teatro

FICHA:
-Festival Internacional de Santander. Teatro: 'Medea', de Eurípides. Nueva producción de La Machina Teatro. Intérpretes: Patricia Cercas, Elena Martinhaya, Miguel Meca, Fernando Madrazo, Manuel Mernárguez y Ivana Heredia. Escenografía: Ikerne Jiménez. Diseño de iluminación: Félix Garma. Composición musical: Luis Miguel Cobo. Versión y dirección: Iñaki Rikarte. Producción: Francisco Valcarce. Palacio de Festivales, Sala Pereda. Miércoles, día 13 de agosto de 2025.
Después de muchos años, el Festival Internacional de Santander (FIS) recupera el teatro en su programación, algo que debería ser consustancial en su esencia. Se eligió para este retorno una de las grandes tragedias griegas más duras de la historia del teatro, ‘Medea’ de Eurípides. Para llevarlo a cabo, se decidió que fuera la compañía cántabra La Machina Teatro, de amplio historial teatral, la encargada de hacer una nueva producción escénica.
El reto era complicado. ‘Medea’ es una de las grandes tragedias del siglo V a. C., Eurípides construye como protagonista a una mujer que, llevada por sus pasiones y tras un duro debate consigo misma, urde un plan de venganza contra su esposo, Jasón, por traicionarla en su matrimonio. Pero, decide no atacarle directamente, sino contra su nueva esposa y, finalmente, contra sus propios hijos, y así ocasionarle el mayor daño posible.
Ha sido el director escénico Iñaki Rikarte el encargado de hacer una nueva versión de un tema que es atemporal. Pero, la carga emocional que lleva intrínseca la obra, exige un trabajo casi quirúrgico sobre el texto y la escena que, pensamos, se ha quedado alejado de su objetivo en esta ocasión.
‘Medea’ es un personaje complejo, que es consciente de las debilidades y limitaciones que, como mujer, tiene frente a los hombres en la Grecia mitológica. Es una mujer reflexiva, calculadora, fría, que es consciente de las consecuencias que tendrán sus actos. En algún momento llega a dudar, pero enseguida a su mente regresa la traición de su esposo y su cruda realidad como mujer en una sociedad donde ella no encaja.
Pero Iñaki Rikarte dibuja a ‘Medea’ como una mujer histérica, loca por momentos, que grita y arroja objetos sin control. Sus monólogos suenan fríos, sin esa fuerza psicológica que Eurípides tan bien refleja. Nos presenta a una mujer vengativa, sí, pero alejada de esos pensamientos y reflexiones dichas hacia ella misma que la hacen dudar, a ella y al espectador.
La acción la traslada a la época actual, que podría valer por la atemporalidad del tema, pero con un planteamiento escénico que chirría con un texto que habla de dioses, reyes griegos, guerras fratricidas y huidas a tierras lejanas. El espacio escénico es único, un dormitorio donde transcurre toda la acción. El personaje coral del Corifeo, queda reducida a una sola mujer que, micrófono en mano y el texto “mujeres de Corinto” en su camiseta, intenta desde el patio de butacas, hacer las veces de la consciencia que harán dudar a la protagonista.

El reparto está correcto, destacando el esfuerzo de Patricia Cercas para dar vida a un personaje como Medea, un papel complejo y de muchas aristas, que en la idea de Rikarte se nos antoja lejos de la psicología del personaje creado por Eurípides, de mujer que observa, calcula su venganza, a la que no le hace falta gritar, solo reflexiona y ejecuta. A su lado, Miguel Meca dibuja un Jasón más contenido, distante, y que se hunde cuando descubre el alcance de la venganza de su ya ex esposa.
El importante papel de la Nodriza, verdadera narradora de toda esta historia, lo abarca Elena Martinhaya que construye un personaje algo superficial, estático, tal vez a causa de los cortes en su texto. Rikarte dibuja a los personajes como observadores, de poca implicación. Así ocurre con Creonte y con Egeo, que da la sensación de que pasaban por allí.
Al final de la obra, con Jasón sollozando tirado sobre el escenario, se le añade un presunto periodista sacando fotos a los muertos y un médico tratando de reanimar al pobre marido vengado. Una boutade innecesaria que rompe el climax final.
La escenografía del dormitorio diseñada por Ikerne Jiménez es de pequeño formato. La iluminación y el vestuario son demasiado básicos (Jasón y la Corifeo en vaqueros de andar por casa). La ambientación musical de Luis Miguel Cobo, de tonos psicodélicos, aporta poco, o nada, a la tensión dramática.
Esta nueva producción de La Machina Teatro, con su creador Francisco Valcarce, parece pensada para escenarios más pequeños que la Sala Pereda del Palacio de Festivales, pero está lejos de los estándares de calidad que se espera de un festival internacional como el de Santander.