El Junior Ballet de la Ópera de París se exhibe en Santander, accidente incluido
La 74 edición del Festival Internacional de Santander arrancó ayer en el Palacio de Festivales con la Sala Argenta casi llena y con público joven

FICHA TÉCNICA:
-Festival Internacional de Santander. Junior Ballet de la Ópera Nacional de París. Coreografías de Maurice Béjart, George Balanchine, Annabelle López Ochoa y José Martínez. Dirección artística: José Martínez. Palacio de Festivales, Sala Argenta. Viernes 1 de agosto de 2025.
Con ciertas dosis de expectación hemos asistido a la inauguración de una nueva edición del Festival Internacional de Santander, como se pudo demostrar con una Sala Argenta del Palacio de Festivales prácticamente llena y con público joven no habitual en estos saraos inaugurales. No faltaron las autoridades habituales, con la Presidenta de Cantabria y la Alcaldesa de Santander a la cabeza para la foto oficial.
Lo que ya no era tan habitual fue el programa previsto para una sesión inaugural, con una función de ballet que ha tenido el privilegio de inaugurar el festival. La expectación venía por la presencia del Junior Ballet de la Ópera de París, la compañía joven recién creada por José Carlos Martínez, como puerta de entrada de brillantes jóvenes bailarines de todo el mundo y que muchos terminarán engrosando los elencos de la Compañía profesional parisina.
El programa mostrado estaba pensado para ir de menos a más, siempre con el objetivo de ir mostrando la alta calidad técnica que se enseña y se exige en la escuela parisina de danza. La férrea disciplina y las ganas de todos y cada uno de los 18 bailarines quedaron reflejados en las cuatro obras previstas.
Así, se empezó con una coreografía de George Balanchine, 'Allegro Brillante', que usa como base musical el Concierto para piano n° 3 de Chaikovski. Es una pieza alegre con técnicas coreográficas clásicas que, sin ser una obra destacada, sí sirvió de tarjeta de presentación con especial referencia a la bailarina principal, que se pudo lucir en sus giros y sus port de bras ejecutados de forma brillante.

Fue una lástima que para la segunda obra del programa, 'Cantate 51' de Maurice Béjart, uno de los bailarines sufriera una fisura en su tobillo justo momentos antes de alzarse el telón. Esta incidencia debió ser anunciada al público por parte de la Compañía, dado que obligó a modificar sobre la marcha la estructura de la obra, suprimiendo toda la primera parte en la que participan tres parejas y ofreciendo solo el paso a dos final entre el ángel de la Anunciación y María.
La obligada mutilación de la obra no impidió descubrir en ese paso a dos, el enorme talento de Jaime Almaraz, uno de los dos bailarines españoles de la agrupación, asturiano para más señas, destacando con las agilidades y saltos exigidos en la coreografía intensa y teatral.
La segunda parte subió de intensidad de forma gradual. Espléndida la versión ofrecida de 'Requiem for a Rose' de la coreógrafa Annabelle López Ochoa, lo más impactante a nivel visual de todo el programa. Con música de Franz Shubert, aborda el amor interior con las pulsaciones de un corazón que late constante en momentos de emoción. Los torsos desnudos y las faldas rojas de todos los bailarines son el símbolo del color de la rosa, el amor que viene y se evapora, pero siempre presente. Momentos de gran belleza plástica y su prístina iluminación hicieron de esta obra lo mejor de la noche.
Y para finalizar, una obra alegre, divertida, creada por el propio José Martínez, 'Mi favorita', con música de Donizetti, recrea miradas cómplices y acrobacias con escenas divertidas de rechazos amorosos. Tiene momentos para demostrar el lucimiento técnico clásico en los solos de los chicos, con saltos y grand jeté en tournant que levantaron los aplausos del público, a pesar del descuadre en las parejas por la ausencia por la lesión del bailarín masculino.
Una amena función inaugural, con accidente incluido, que nos deja el interés de seguir la evolución de estos jóvenes bailarines, pero sumamente preparados, y que José Carlos Martínez, otrora danseur étoile de la Ópera de París y presente en la sala, no quiso subir al escenario en los saludos finales para que todo el protagonismo fuera para ellos.