viernes. 29.03.2024
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Opinión

¡Viva el aceite de girasol!

Hagan cola, señores, no importa el tiempo que tarden en entrar, lo importante es comprar y que la idiotez extrema nos inunde como si fuéramos atolondrados.

¡Viva el aceite de girasol!

Pues bien empezamos, con una especie de insulto al consumidor, pero es que no hay escapatoria, o les haces ver que no somos ignorantes o de esta nos extinguimos.

Si ya el producto estrella en la pandemia fue el papel higiénico llega ahora  a las carteleras de cine en estreno mundial el aceite de girasol. Ahí es nada, el oro líquido de segunda categoría por excelencia.

Vamos al análisis exhaustivo. Yo no sé si vieron colas interminables para comprar ese producto higiénico que tanta falta nos hace por su aporte “calórico”,al parecer, en nuestro organismo y cómo las estanterías quedaban vacías del mismo por miedo a tener que ir al baño y no poder usarlo, madre del amor hermoso.

Pues bien, si ya por aquel entonces algunos se dieron cuenta de que aún tenían en casa toneladas de ese producto sin usar, porque el fervor a no tenerlo era mil veces superior a que no tuvieran carne o pescado, llega ahora el “ofertón” de compre aceite de girasol y pásese mil horas friendo, haciendo tartas o mayonesa, mientras el mundo agoniza y usted lo ve desde la pantalla de televisión. No pasa nada, las penas con torrijas y chocolate son más livianas. Con comprar mil botellas por si se acaba ya estamos salvados para la siguiente invasión de Rusia.

Sabemos que esto se ha encarecido desde que se ha entrado en guerra contra Ucrania, pero de ahí a que se agote hay un abismo que pocos quieren ver. Somos tan consumistas que nos da igual lo que compremos al precio que lo compremos, con tal de que compremos, no vaya a ser que se acabe, llegue la paz mundial y no tengamos una ensaladilla rusa para celebrar el fin de la era Putin, por Dios bendito.

Somos animales de costumbres y basta que alguien nos diga que algo no se puede adquirir para que lo deseemos con más ardor. Demos un aplauso a todos los publicistas que sabían cómo hacer el Marketing para que esto sucediera.

Pues ahí tenemos a la ama de casa, a la azafata de vuelo, al señor con su perro esperando en la puerta del supermercado para comprar, recomprar y volver a comprar el oro líquido, que hasta donde yo creía era el de oliva, pero no, lo ha desbancado el vegetal.

Es más, dentro de poco se hará reventa del mismo en las calles para que alguien lo pueda adquirir  extraperlo, mirando hacia un lado por si les descubren y con una rapidez para introducirlo en la bolsa del súper para que no vean lo que está haciendo. O lo que es peor, veremos cambiar papel higiénico por botellas de aceite, como aquél que cambia cromos en la plaza grande los domingos por la mañana.

Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. No sé si recordarán ese slogan de los 80 que se hizo tan famoso, pero lo que sí les puedo decir es que si ven a alguien haciendo lo mismo le den una toñeja en la cabeza para ver si se les ordenan las neuronas, que parece que se las han dejado en el vaso de noche con la dentadura postiza.

A esto hemos llegado, a no pensar, a no analizar y a permitir que te lo cobren a veinte euros el litro, oye, no pasa nada, ¿quién no quiere tener un recuerdo en su vitrina con esa botella dorada que les recuerde que para ser idiotas hay que nacer y esforzarse? Hay quien lo compra al precio del oro, el de verdad, y en bolsa está cotizando como el petroleo, por favor. A esto hemos llegado.

Sin más, voy a ver si me frío unas torrijas  para sacarme un selfie en mi Instagram y mostrar que yo sí conseguí aceite de girasol a precio de millón.

Idiotez humana uno, sentido común cero.