miércoles. 24.04.2024
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Opinión

Licenciada en mi madre

-Buenos días, vengo por el puesto de televisión.

-¿Titulación, por favor?

-Soy licenciada en mi madre.

-No se hable más, todo suyo, felicidades.

Bienvenidos al periodismo del siglo XXI. Aquí es donde comienza la ideología, la tuya, la de creer que ser un buen periodista y comunicador son asuntos que no deberían ser desbancados por aquellos que han nacido del vientre de alguien famoso y que por ello les da licencia para apartarte de tus años dedicados en una facultad, donde te dijeron que el rigor y la honradez son necesarios para transmitir y llegar al público, me parto y me mondo.

No sé cuándo empezó a desvariar todo esto, pero les aseguro que cada día estoy más convencida de que tenemos lo que nos merecemos. Aquí nadie dice nada ni se echa las manos a la cabeza para denunciar abiertamente que estamos rodeados de bastardos, de azafatas de congresos del brazo de su chulo, supermán en camiseta y en la pista dando brincos la colección de tetas que hacen bulto en Telecinco (esto no lo digo yo, si no el maestro Sabina)

Que sí, que ya sabemos que con tal de conocer las miserias y los trapos sucios de la gente los espectadores son felices, pero lo más preocupante es que alguien se licencie en una asignatura que ahora, parece ser, se imparte en la facultad de Ciencias de la Comunicación, ahora entramos en materia.

Ya me imagino al rector de la misma en una reunión con sus acólitos expresando concienzudamente que ese curso hay que impartir la asignatura HIJA DE, porque es lo que se lleva y es lo que da dinero a los que han optado por dar con la puerta en las narices a todos aquellos que se han currado cinco años mas un máster que no les sirve de nada si no son descendientes del mismo Lucifer, que es el que maneja las madejas enredadas de los programas de actualidad.

Si tienes una madre fallecida, si te han maltratado supuestamente, si eres adoptada y tienes una cara bonita son las únicas cosas que cuenta para que te den el título en idiotez absurda de tu cara me resuena, como una bofetada de la realidad que muchos ven, pero no aceptan, y sin embargo les encandila al ver que el dinero no da la felicidad, pero casi.

Esa asignatura en cuestión debe ir avalada con la imagen que se proyecta, no vaya a ser que seas un rostro difícil de mirar y tengamos que darte cuartel porque no vendes. No, no, no, hay que ser guapa, tener tipazo, saber sacar la basura en tanga y probar suerte en un plató de televisión para ver si das comba y vendes.

Aquí no importa si has perdido los años felices de tu vida sin dar un palo al agua, ya se ha preocupado tu papá o tu mamá de darte el suficiente dinero para que lo despilfarres sin tener que preocuparte de si sube el pan, la gasolina o si el IPC se ha disparado. Eso no va contigo, para eso está el colchón de la abuela forrado de pasta para que te den audiencia para sacar calderilla y así poder comprarte el modelito que esté en auge en esa temporada.

Es importante sacar buena nota en esa asignatura, no se crean que todo vale. Aquí es necesario ser estúpida, darte igual lo que cuentes, con tal que cuentes, y saber mover la melena como si un ventilador te estuviera enfocando en la cara para parecer Rose Dawson en Titanic.

La ética y el rigor informativo se los han pasado por el arco del triunfo, así de claro. Es más, no me extrañaría que dentro de poco los informativos, cum laude de la carrera, dieran manga ancha a todos estos parásitos de la prensa rosa para que los presenten con una verborrea que fuera igual de chunga que lo que pronuncian los políticos de ahora, bajo un discurso elaborado, y que muchos no saben ni lo que dicen ni lo que leen, por lo que de entender ni hablamos, que eso es mucho ejercicio mental y cansa.

Tendría que ser de traca encontrarse con una Rociíto, que últimamente parece que ha tomado el diccionario y se ha aprendido unos cuantos vocablos para parecer más culta, cuando lo que hace en su puesta en escena es cometer más impropiedades léxicas que un rapero entonando y exhortando por bulerías, presentando este espacio tocándose la nariz con ganas de llorar cada vez que se le menciona algo para lo que no sabe ni expresar.

La madre que me trajo, a lo que hemos llegado. Estoy segura de que informaría sobre Ucrania alegando que es su ex marido el que le ha convencido a Putin para invadir, por ser un supuesto maltratador y un SER que parece tener más influencia que Biden en su país, ahí en nada.

Y es exactamente aquí donde te encuentras tú, en medio de la nada, en un océano en donde te han expedido un título y te han dado un toque en la espalda para advertirte que hagas lo que hagas vas a ser un don nadie en un mundo empresarial y de productoras donde apuestan por la gente que su único mérito ha sido nacer en el lugar adecuado, en el momento justo y sin preguntar qué debían hacer con su vida.

El problema es tuyo, que vienes de una familia obrera, donde tus padres se han partido el espinazo para darte unos estudios para que otros te den un golpe en la espinilla para COMUNICARTE que no tienes hueco en ningún sitio y que estás en tierra de nadie.

Dicen que nos reencarnamos después de la muerte por lo que intenta hablar con el Karma, con Dios, con Alá o con quien sea conveniente para que te haga un hueco en la cola de reservas de una familia que te dé todo a cambio de que no hagas nada. A eso se le llama ser parásito de lo que unos desearon y otros sin embargo obtuvieron.

Bueno, les dejo, voy a hacer fila en una sala de espera para volver a nacer en la familia de los Juradoortegacanomoheadanoflorescarrasco.

Jesús, qué agobio, por favor, y yo con estos pelos.