miércoles. 24.04.2024
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Opinión

¿A quién educamos?

Hemos comenzado el año con un incremento de mujeres asesinadas por violencia de género y aquí nadie se culpa de absolutamente nada ni asume responsabilidades.

Una vez más se demuestra que el Gobierno está por encima del bien y del mal y que es la sociedad la que debe asumir y no ellos, puesto que para lo único que están es para cobrar y para que no les alteres el sueño con chorradas que les haga perder el tiempo. ¿Qué sube el número de víctimas? No pasa nada, ya bajarán cuando metamos más millones al Ministerio. Ese es su maldito lema cuando el dinero sale de nuestros bolsillos.

Siempre he dicho que ha habido negocios a lo largo de la historia en donde se han alimentado unos con otros. Cuando existía el terrorismo había personas que no querían acabar con el mismo porque de esa manera se les acababa el txiringuito a lo Toni Cantó y ya no había teta de donde mamar.

Con la violencia de género, presuntamente y viendo los resultados, sucede exactamente lo mismo. Se les da más y más millones a estas féminas que controlan el tema y sin embargo los asesinatos se suceden y se multiplican porque no hay freno. Eso sí, a la Ministra Insisto no la he visto en ningún funeral porque para eso siempre ha habido clases y su vida en Vallecas es agua pasada por lo que ahora no se mezcla con la plebe, que el vestido de Dior es caro y no está para arrastarlo por aceras inmundas del barrio obrero. Qué pronto se olvidan los orígenes, ¿eh?

A ver si les entra en la cabeza que no es cuestión de dinero, señoras mías, el que esta gente deje de matar. El problema va mucho más allá y es en la educación que se debe recibir y que pocos quieren ejercer.

Eso sí, estas mismas quieren educar a los jueces, donde un porcentaje altísimo es de mujeres, pero al resto que les den por donde amargan los pepinos del Día marca blanca, y de los agresores pasan como de la mierda porque, presuntamente, los necesitan para poder justificar los gastos a final de año. De hecho en ese chiringuito no se preocupan del hombre, amén se ahoguen con la aceituna del vermut de las doce en calle Goya, que es más Chic y los pagan  a 10 euros porque ellas se lo pueden permitir. Al hombre hay que desterrarlo y si es posible convertirlo en mujer, que serlo es un sentimiento y deberían hacerlo para ser considerados feministas dentro de su política excluyente por naturaleza previa. Es más, ¿que asesina una mujer a un hombre? Ahí te las compongas porque esta mujer no te hará ni la esquela por si no puedes pagarla, por lo que o bien creáis un Ministerio del hombre o bien os anulan como la goma de borrar Milán en el cuaderno de actividades múltiples.

Es curioso que para tener un perro de raza peligrosa uno tenga que pasar por un test psicológico y, sin embargo, para ser padres, para tener una relación o para ser ministros en el gobierno no. Sé que algunos estarán horrorizados con mis palabras, pero si lo piensan atentamente se darán cuenta de que no me equivoco y que tengo más razón que un santo.

Se pretende educar a los agresores con un tas-tas en el culete, alegando que con el simple hecho de decir que eso no se hace, eso no se dice o eso no se toca se termina el problema. ¿Son ustedes idiotas o de verdad se creen esas patrañas que impulsan desde un gobierno que no asume ni lo que dice porque la verdad está secuestrada en el arcón de la entrada del Congreso por si sale y cuenta lo que muchos no quieren?

¿Así pretenden ustedes terminar con el problema? Si cuando decía Makinavaja que siempre hay algún imbécil que te jode el día no se equivocaba. Quizás ha sido el mejor personaje filosófico que he visto a lo largo de los años. Cuidado que si lo rescatan del ostracismo literario seguro que lo catalogan de carca maltratador patriarcal y lo hunden en el fango. Ya podrían aprender de sus lemas éstas que hacen leyes para Barrio Sésamo. Ojo con esto que como lo analicen se darán cuenta de que Espinete era no binario y don Pimpón un pederasta en potencia en un mundo infantil. No les den muchas pistas que como lo hagan nos censuran hasta a Mary Poppins por sumisa y mujer maltratada por el machismo sin escrúpulos en donde no se salva ni uno.

Si hay que educar es a ambos sexos; y digo a los dos porque se están centrando solo en los asesinos y no en por qué esas mujeres quitan las denuncias una vez interpuestas y por qué vuelven a los tres días junto a sus agresores porque alegan que han cambiado y que son buenos, que es el alcohol el que les perturba, pero que ya son otra persona y que no pasa nada.

Y ahí nadie, absolutamente nadie, pone freno con un asesoramiento que les explique a estas mujeres que están en manos de un lobo depredador. Mi pregunta es: ¿Por qué no lo hacen? Creo que porque no interesa, punto y pelota.

La educación debería ser bidireccional, señoras mías, porque son mujeres con una estima tan baja que lo único que creen es que solo se merecen a alguien de esas características, creyendo que si las maltratan es porque las quieren y porque es por su bien.

Si aquí no ven el problema es porque las gafas de Guess, Señorías, están opacas y no les dejan ver lo que no quieren o lo que no les interesa.

Educación, educación y más educación para estas mujeres que no deberían volver a las garras de sus agresores y educación para que esos agresores no vuelvan a hacerlo en su rastrera vida.

Y en este punto estoy segura de que muchos lectores estarán pensando que una vez más se deja la espada de Damocles encima de la mujer y que se las vuelve a estigmatizar. No es cierto, lo que digo es que hay que dar cobertura psicológica  a las que desde el momento que quitan la denuncia y se lo comunican a su abogado o abogada se le dé esa ayuda para que no vuelvan a donde es una trampa segura.

Ustedes podrán leer entre líneas lo que les dé la gana, pero si lo analizan verán que hay una parte lógica en el enunciado inicial. Ese Ministerio quiere erradicar el maltrato y eso no lo va a conseguir jamás porque es una utopía, y sin embargo siguen en la misma línea sin poner remedio a lo que tienen de frente y no quieren asumir.

Por desgracia me he encontrado con amistades que han pasado ese calvario y, curiosamente, vuelven a elegir a los mismos hombres con características similares a las que tenían sus agresores. Alguna de ellas lo habían normalizado tanto que les parecía lógico todo lo que les decían, pero para ellas solo existe la denuncia cuando lo que deberían tener también es una ayuda para saber discernir quién es un maltratador y cómo valorarse.

Claro, lo mejor es invertir el dinero público en enseñar a los niños de tres años cómo estimularse sus partes y que  lo normalicen como una ventana Overton, para que cuando un adulto les diga que les va a masturbar lo vean como algo normal y ni se lo cuestionen porque lo han aprendido desde niños en el colegio. No les digo lo que me provoca esto porque me podrían censurar y hasta denunciar del asco y rechazo que siento.

Y así simplificamos todo en esta vida, una pena, pero así lo hacemos sin conocimiento de causa y dejando ver que entra dentro de la normalidad todo lo que sucede. ¡No, señores, no es normal!

Cada día estoy más y más convencida de que todo es negocio para que unos se forren a costa de otros. Ahí tienen las estadísticas y para lo que ha servido el incremento en Igualdad para combatir esta lacra, exactamente para nada.

Llegaremos a un punto en donde cuando no se pueda combatir las cosas las convirtamos en habituales, triste, pero cierto. Un síndrome de Estocolmo a escala brutal, eso van a conseguir.

No se trata de dar más dinero, sino de invertirlo bien en educar y enseñar desde niños cómo deben y debemos respetarnos, pero no, eso no interesa y es mejor pedir más y más millones para combatir algo que jamás será erradicado, por desgracia, si no se actúa como es debido.

De igual manera se debería destinar un presupuesto para educar a aquellas mujeres que denuncian falsamente e imponer penas de cárcel por hacerlo. Creo que es importante no dejar este tema en saco roto, ya que por muchas como estas lo pagamos todas y sin embargo ante este tema se justifica alegando que son madres protectoras, si asesinan a sus hijos para hacer daño al padre, o que no pasa nada si denuncia al novio porque le ha visto tontear en la discoteca con una pava. ¡De vergüenza!

Ahora mismo existen influencers con menos cerebro que un mosquito, pero con miles de seguidores, que alegan que ellas siempre van a creer a la mujer y que prefieren hacerlo antes de dar un voto de confianza al que es denunciado. ¡Eso es presunción de inocencia y lo demás tonterías que nos inventamos!

Sin más, no digo nada que no se haya hablado millones de veces a lo largo de estos años, por lo que cada día estoy más convencida de que estamos ante el circo de la tele con unos directores a los que les importas una mierda como mujer, pero sí tu imagen para decir que te protegen.

Estas señoras piden más y más millones y cada mes tienen que acudir a un gabinete de crisis porque las víctimas se aumentan año tras año. Tiene un chollo de trabajo, sí señor.

No voy a decir que me dais pena, porque lo que me provocáis es otra cosa y me la guardo porque encima tienen poder y se cargan a una escritora de pacotilla como yo con solo darle a un botón, aunque sea del ascensor para mandarme al quinto infierno.