jueves. 25.04.2024
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'Santos inocentes', la fatal carga de la sospecha

Cada 28 de diciembre se celebra el día de los ‘Santos inocentes'. Es el día en que casi todos buscamos a esos pardillos que inocentemente sean atrapados en alguna que otra broma jocosa. 

'Santos inocentes', la fatal carga de la sospecha

Aunque el origen de este día es bastante más cruel, la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes I el Grande con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret.

Hace poco más de un mes publicó su primera novela el escritor Sergi Bellver, escritor de vida nómada desde hace años según su biografía. “Del silencio” es el título de la novela del autor nacido en Barcelona, que la columnista Emma Riverola ha definido en su reseña para El Periódico como «Un fascinante viaje emocional, geográfico, cultural y político por la Europa de la Guerra Fría.».

Alegoría de la Europa actual, de su deriva y nuestra desmemoria, “Del silencio” es una novela sobre el precio de la libertad individual y la épica interior de quien decide rebelarse contra el ruido de su tiempo. Así reza la sinopsis del libro y quien se acerque a sus páginas no tendrá nada que objetar contra esta afirmación.

Tras las grandes guerras que asolaron Europa los periodos de paz estuvieron teñidos por la persecución de los “individuos sospechosos” de uno u otro bando que en realidad no pertenecían a ninguno, pero su falta de toma de posición les convertía en personas incómodas para cualquier régimen. Si bien siempre han sido más peligrosos aquellos regímenes que tras un mensaje confuso reprimían cualquier intento de libertad y sometían al pueblo bajo promesas que el tiempo desdibujaba con la crueldad del hambre, la muerte y el alto precio de la verdad.

La sospecha es quizás el primer síntoma observable para predecir cualquier conflicto. Después de la sospecha llega el miedo, con el miedo el odio y por último la injusticia del fuerte contra el débil. La sospecha ha sido siempre un arma ventajosa para los tiranos. Así, como hiciera Herodes, se han deshecho de los inocentes para dejar claro su mensaje: Cualquiera que no esté de mi parte será considerado sospechoso y pagará las consecuencias.

La sospecha no es algo del pasado y son muchos quienes la albergan hacia aquellos que son distintos, piensan de forma diferente o simplemente no les agradan. Los inocentes son aquellos que se encuentran solos, los que huyen del gregarismo y se atreven a pensar y actuar de forma independiente. Curiosamente éstos reciben los ataques del resto porque se sienten incómodos ante su neutralidad.

Lamentablemente seguimos juzgando en base a si son de los nuestros o no. Primero fue la religión, luego la raza, la etnia o la orientación sexual, pero siempre ha sido la ideología quien se ha erigido como verdugo del inocente que se ha atrevido a no tomar partido, no albergar odio y huir de los enfrentamientos de quienes manejan los hilos del poder.

La segregación de los inocentes se ha repetido a lo largo de la historia una y otra vez. El ser humano, tan acostumbrado a ver la realidad desde una perspectiva dualista, en blanco y negro, se ha empeñado en distinguir a los buenos de los malos en cualquier acontecimiento histórico.

En el presente y teniendo la posibilidad de atender a otras perspectivas, la reflexión podría decidir que los verdaderos inocentes de la historia han sido esos “individuos sospechosos” que casi siempre estaban entre los dos bandos, entre los que siempre han considerado como “los buenos y los malos”.

Lejos de utilizar la gran cantidad de foros de los que disponemos para expresar unas ideas cabales y sujetas al sentido común, éstos han caído en manos de los guardianes de la moral que a modo de inquisidores blindan el pensamiento frente a posibles ataques discrepantes. Y lo hacen tanto en su terreno como fuera de él.

En esta guerra cultural nadie puede vencer, pero el único derrotado es aquel que no se decanta por uno de los bandos. El librepensador lleva todas las de perder porque es expulsado de la tribu y repudiado por unos y otros. Se le acusa de guardar una equidistancia y cualquiera de sus posturas siempre se considerará como sospechosa.

En la guerra actual, que se caldea por momentos, las líneas que delimitan la sospecha están poco definidas y de un día para otro cualquiera puede convertirse en el enemigo. De este modo las nuevas tribus nacidas de estos tiempos de postverdad pueden deshacerse de esos indeseables que no toman partido por la causa.

La noticia del día es el pacto en el Ayuntamiento de Madrid para lograr sacar adelante unos presupuestos para el 2022. El Partido Popular y Ciudadanos han logrado sentarse con todas las formaciones políticas que obtuvieron representación en la ciudad y con la participación de una parte de la izquierda que no se ha atrincherado en sus posiciones han sido capaces de llegar a un acuerdo que será muy beneficioso para la capital española.

Es una manera de no cargar contra los inocentes evitando el conflicto y resolviendo los problemas de la calle, utilizando criterios racionales para la consecución de políticas en beneficio de todos y no solo de la parte de la sociedad que consideramos estar de nuestro lado.

La guerra que hoy se libra en nuestra sociedad se traslada a un tablero artificial creado por la ideología. Sin tablero se acaba el juego y no hay vencedores ni vencidos. Los inocentes pueden seguir en sus labores, desempeñando sus trabajos y manteniendo a sus familias. Al final la vida es eso y en la vida todos somos inocentes.