miércoles. 24.04.2024
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Historia y cultura de Cantabria, abandono y apatía

Somos unos privilegiados por vivir en una región como Cantabria, poseedora de una riqueza histórica, patrimonial y cultural increíble. Pero, ¿somos conscientes de la responsabilidad que ello acarrea? Por los hechos nos conocerán y, sin duda, queda mucho camino que recorrer.

Historia y cultura de Cantabria, abandono y apatía

En el Preámbulo del Estatuto de Autonomía de Cantabria se define a nuestra región “como entidad regional histórica”, lo que demuestra que los legisladores, ya en 1981, eran conscientes del enorme peso que Cantabria atesoraba en historia y patrimonio. No debería ser necesario remontarnos a los siglos X y siguientes para recordar las vicisitudes que los cántabros y astures tuvieron que sortear juntos para ser un pueblo sin sometimiento extranjero.

Esa convivencia temprana dejó una herencia patrimonial enorme, con escritos, documentos y muestras artísticas que hoy día aún muchos desconocen. Tan solo en la comarca de Liébana se atesora una riqueza patrimonial e histórica que ha definido el devenir de lo que hoy conocemos como Cantabria.

Han sido varios los intentos por revitalizar nuestra historia, siendo en 1778 el acto más significativo con la constitución, en Puente San Miguel, de la antigua Provincia de Santander. Este hecho marcó un camino que hoy día se sigue rememorando. El problema surge ante el hecho comprobado del desinterés de ciertos sectores de la población y de muchos políticos que, ni conocen ni tienen mayor interés en conocer, y menos aún, en defender. Un pueblo que desconoce su historia, es un pueblo condenado al olvido.

Esta realidad se ve claramente en las nuevas generaciones, jóvenes con muy pobres conocimientos de la historia de la tierra en la que viven, que desconocen los símbolos y el origen de las costumbres e Instituciones de su región. En materia de educación y cultura cántabra estamos muy por debajo de las regiones de nuestro entorno. Una causa del por qué ocurre esto se puede deber al carácter de los cántabros que, en muchas ocasiones, se tiende a una actitud pasiva, muy poco pro activa en iniciativas y acciones.

Esta riqueza cultural y patrimonial debería ser el espejo y el ejemplo ante el mundo. Museos, patrimonio, centros culturales, actividades propias. Pero siempre surge esa actitud dormida y falta de fuerza que nos impide mostrar en toda su grandeza el enorme potencial de nuestra tierra. A los que nos gusta aprender y observar a diario, nos duele la falta de acciones concretas que intenten paliar ese vacío.

La vida cultural de una sociedad no solo se basa en acudir a eventos para “ver y ser vistos”. Aquí es donde se echa en falta una actitud más activa para organizar espectáculos y muestras culturales que nos diferencien del resto, que pongan en valor la creatividad de tantos profesionales y artistas de los que pocos se acuerdan.

Demasiados ejemplos tenemos de esta situación. El Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander en triste abandono tras un misterioso incendio de su emblemático edificio del que nadie parece dar respuesta, o de su patrimonio pictórico diseminado por no se sabe dónde o, sencillamente, usurpado. O la Biblioteca Menéndez Pelayo, que debería ser emblema literario para estudiosos y académicos, pero que pocos conocen de sus actividades. O el Palacio de Festivales de Cantabria que se ha convertido en un simple escenario de espectáculos foráneos, sin producciones propias, limitándose a contratar lo que otros hacen fuera.

Y mención aparte merece el devenir del Museo de la Prehistoria y Arqueología de Cantabria, que tras años de traslados, abandonos y apatía general, ahora paree que, por fin, tendrá una sede digna, con medios expositivos, biblioteca propia y zonas de investigación, que enseñen al mundo la riqueza histórica de Cantabria. Esperemos que su nuevo y moderno edificio en Santander llegue a buen término y se puedan recuperar y exponer la cantidad de vestigios prehistóricos y arte que aún a día de hoy siguen diseminados y perdidos.

Como bien dice Ricardo Ontañón, su actual director, el Museo tiene enormes posibilidades en materia del patrimonio arqueológico del Paleolítico Superior que gestiona y puede catapultarlo al nivel de otros museos europeos.

Arte, música, danza, patrimonio, historia. Mucho trabajo queda por hacer pero, sobre todo, mucho cambio de actitud en nuestros responsables culturales si queremos que Cantabria ocupe el puesto y la relevancia que merece.