viernes. 29.03.2024
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Opinión

El suicidio en los medios de comunicación

Cuando estábamos en el principio de esta maldita pandemia y con la incertidumbre que esto generaba todo el mundo aseveraba que íbamos a ser mejores personas y más solidarios. 

El suicidio en los medios de comunicación

Pues bien, dos años después, todo aquello que manifestaban los psicólogos, el presidente del Gobierno y demás letrados, que se colgaban cartelitos identificativos sobre alguna materia que se tratara en cuestión en ese tiempo, estaban equivocados, muy equivocados.

La gente está como desaforada. No tienen previsión de futuro y parece ser que con esto de que uno está hoy aquí y mañana en el otro barrio es mejor vomitar a la gente el odio y los recelos que nos tenemos como “seres humanos”, pongo entre comillas esta designación porque creo que nos merecemos la extinción por todo lo que está pasando.

El COVID ha dejado a una juventud perdida. No tienen ganas de nada porque han visto que la vida es demasiado corta como para no disfrutarla y ahí es cuando llegan los medios de comunicación, haciendo su entrada triunfal en un anfiteatro en donde tienen los mejores palcos para ver cómo nos vamos despellejando.

No hay límites, así de claro, ahora mismo, consumas o no consumas telebasura es igual, abras el navegador que quieras o la aplicación que te plazca te bombardean con casos sobre violencia vicaria, de género, LGTBI y demás, abocando nuestra moral a un estercolero. Como ven íbamos a ser más solidarios y mejores personas.

En estos momentos cada uno puede escupir lo que quiera sin importar a quién le manche, todo por salvar a una audiencia que lo único que quiere es carnaza para los leones del circo mediático que les entretiene y nos les hace pensar (benditos filósofos, dónde estarán).

Y así estamos, viendo cada día cómo se puede hablar de unos hijos por mediación de una madre que los ha abandonado y que les echa tierra para salvarse ella de una presunta depresión; hijos que venden las miserias de su madre por una herencia; jóvenes de 19 años que asesinan a niñas de 14; adolescentes que matan a sus progenitores y hermanos por no dejarles usar Internet... y así hasta un sinfín de casos más que se han multiplicado con esta dolencia que hemos padecido, o al menos eso es lo que parece, ya que han aumentado los casos de patologías psiquiátricas desde entonces.

Y claro que habrá alguien que  podrá decir que estos casos siempre han existido, así es, las estadísticas no fallan, pero hay algo para lo que antes había un rigor en la información y una ética para no machacar al contrario, ambas cosas se han perdido en el camino, encontrando un vericueto para dar sangre y más violencia televisiva.

Piensen lo que vemos cada día, (no es mi caso, pero me bombardean igualmente) en si es ético observar que estamos a punto de ser cómplices de que alguien tome la justicia por su mano y tengamos que lamentarlo con una frase hueca, carente de escrúpulos y anodina como es: “Vaya, por Dios, mira lo que ha pasado, al final se ha matado”. De esta manera nadie entonará el mea culpa, unos por permitir el atropello y otros por verlo y hacer que la bola crezca más.

Mal de muchos, consuelo de tontos, nos encantan los refranes, y en ellos nos escudamos para seguir consumiendo una heroína adulterada que con tan solo apretar el botón del canal de televisión nos da la dosis acertada para seguir sumidos en un estado de drogodependencia suprema en donde el camello ahora se llama Productora, siendo la que suministra, cuando quiere, como quiere y sabiendo que la gente quiere, de ahí la gran preocupación, el estado en el que desea que se encuentre su audiencia para seguir consumiendo. Nos hemos convertido en unos Yonkis de todo ellos. Ellos ganan su dinero, ingentes sumas de dinero, y nosotros recibimos la papelina, así de simple.

Así justificamos todo, sin cuestionar nada, que es lo que deberíamos hacer para saber si lo que hacemos, consumimos o extendemos nuestros brazos para el chute es productivo o no. Cada uno muere como quiere, así de sencillo, por lo que la mejor frase que justificar nuestra decisión sería esta: dame entretenimiento y yo seré tu esclavo para los restos.

Ahora a nadie le interesa Ucrania, la crisis del PP y demás asuntos a nivel nacional e internacional, qué más da, aún nos queda un Sálvame con pato a la naranja.

Piensen, por favor, sean jueces por una vez en sus vidas de lo que nos dan de comer. No todo vale para ser un buen Chef, a veces es mejor ponerse a dieta y adelgazar para no darles placer.