sábado. 27.04.2024
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MITOLOGÍA DE CANTABRIA

De Ventolines a Nuberos, cuando el viento es el protagonista

Estamos en abril y la primavera ha hecho su aparición con fuertes lluvias, incluso acompañadas con granizo o nieve, ya lo dice el refrán en abril aguas mil.

Ventolines y Nuberos. Ilustración de Pilar G
Ventolines y Nuberos. Ilustración de Mª Pilar G. Pantaleón.
De Ventolines a Nuberos, cuando el viento es el protagonista

Es época de Semana Santa, época de recogimiento antes de que el sol empiece a calentar en la región, y así abandonar los abrigos más gruesos, las bufandas y los gorros y dar paso a las cazadoras más finas pero sin guardarlas demasiado, porque ya sabemos que el viento en Cantabria siempre está presente en nuestra comarca.

Oh el viento, nuestro querido viento siempre es protagonista en nuestras vidas, sobre todo los que vivimos cerca del mar. El cierzo, el gallego, el ábrego, la galerna….

Vientos que habitan entre nosotros, y que en cierta forma nos afecta de una forma u otra en nuestra forma de vivir. Además ¿quién no ha escuchado a nuestros mayores frases relacionadas con el viento?:

“Terral en la bahía, señal de buen día”

“Cielo empedrado, vendaval declarado”

“Nubes a carretadas, sol con barbas y aguas.”

“Sol blanco, vendaval en el campo”

“Cuando cambie la corriente al sudoeste, viento al oeste.”

O quizá esté rezo poco conocido, pero que los marineros más ancianos lo tienen presente:

Tente nube, tente nu,

Que dios puede más que tú.

Si eres agua, ven acá,

Si eres piedra, vete allá.

Siete leguas de mi pueblo

Y otras tantas más allá.

- Güelito - le pregunté un día cuando era pequeña a mi abuelo Manuel, marinero de los antaño, que una vez jubilado, le gustaba llevarme por el muelle y hablarme del noble arte de la pesca y todo lo referente al mar - ¿Por qué cantas está canción cuando ves nubes negras en la bahía?

- Estoy alejando a los nuberos, los malvados genios de las nubes que provocan tormentas y nuestras odiadas galernas.

Los nuberos, los terribles genios de las tormentas

Los nuberos son pequeños rufianes que viven en las nubes más grises del cielo. Son muy feos, de tez oscura, ojos hundidos y encarnados, boca y orejas muy grandes y deformes. Su cuerpo es orondo y tosco.

Habitualmente visten trajes de pieles, y suelen llevar un sombrero negro de anchas alas. Se pasan toda la vida enfadados y riñendo entre sí, se divierten provocando tormentas y galernas para fastidiar a los pescadores, y utilizan a las nubes para chocarlas entre sí, dando lugar a los rayos y a los truenos.

Aunque son los encargados de traer la lluvia y las tormentas a la tierra, siendo muy beneficiosas para nosotros porque gracias a ellas, tenemos este color verde tan brillante en nuestros valles y montañas. Por tanto, ayudando a que tres de nuestros pilares básicos de nuestra economía como son la agricultura, la ganadería y el turismo. En exceso, puede ser un problema, ya que, las tormentas son equivalentes de temor y horror, porque mal controladas pueden destruir las cosechas y provocar fuego con sus rayos.

Por eso, en Cantabria tenemos una serie de medidas para alejar a los terribles nuberos cuando se pasan de la raya.

En época de la Candelaria o en Jueves Santo, se encienden determinadas velas llamadas tenebrarias, velas que junto al romero y laurel, sirven para ahuyentar a los nuberos.

O también los sacerdotes bendicen unas campanas, las famosas campañas de Santa Bárbara o campanas antinuberos, cuyo timbre particular permitían que desaparecieran los nubarrones y los que habitan en ellos.

Existe además un amuleto poco conocido llamado piedra del rayo, el cual se coloca en la puerta o en la chimenea del hogar, evitando la entrada del rayo, vamos una especie de pararrayos cántabro, que además de repeler las consecuencias de estos malvados seres, atrae a la suerte quien lo tenga.

Los ventolines, los ángeles del cielo

Continuamos el paseo por el muelle, viendo como los pescadores se afanaban en dejar la pesca en tierra, y amarrar la flota en tierra antes que el fuerte viento hiciera aparición. Me quedé mirando con un poco de miedo al cielo, por si veía a los nuberos, y nos hiciesen algo malo al abuelo y a mí. El abuelo observando de reojo mi expresión, cambió el tono de voz y me dijo:

- pero no todos los seres celestes son malvados, pequeñuela, hay otros que nos ayudan a los pobres marineros ya viejecitos que nos echamos al mar, y estamos muy cansados para volver a la tierra por sí solos. Como los nuberos tenemos que recitar un poema, para que hagan su aparición, que dice así:

Ventolines, Ventolines

Ventolines de la mar,

este viejo está cansado

y ya no puede remar.

Los Ventolines son pequeños ángeles de la guarda de los hombres del mar. Los Ventolines tienen el rostro angelical, tez muy blanca, al igual que sus ojos que se asemejana la espuma del mar. Poseen unas alas enormes y de color verde. Visten caperuzas de diversos colores.

Cuando un pescador viejo se cansaba subiendo las redes, bajaban los Ventolines delas nubes de la puesta del sol y les cargaban los peces en la barca, además los limpiaban el sudor o los abrigaban con sus alas verdes cuando hacía mucho frío. Después cogían los remos y los traían hasta las dársenas.

Otras veces cuando no hacía viento, soplaban con sus carrillos o se ponían a volar detrás de las embarcaciones provocando una brisa muy suave que permitía que se moviese la barca hasta llegar a su destino.

En algunas partes del norte se dice que son guardianes del rocío nocturno y de las suaves lluvias. Son los portadores del último adiós de aquellos que viven fuera de su tierra además se dedican a llevar los suspiros de los enamorados.

También son los encargados de ayudar a dormir a los bebés y a los niños más pequeños, con el dulce arrullo de sus alas.

Desde entonces, y recordando esa conversación con mi abuelo. Cada vez que hay tormentas y oigo los truenos a lo lejos, me imagino a los Nuberos jugando entre sí, en plan kamikaze con las nubes, o bien, en verano, cuando la dulce brisa golpea mi rostro mientras paseo cerca de la orilla del mar, sueño que son los bondadosos Ventolines que me saludan con su batir de alas.