sábado. 20.04.2024
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CRÍTICA

‘Silencio’, un discurso teatralizado

El Palacio de Festivales acogió la obra de Juan Mayorga, un homenaje al teatro en el momento de ingresar en la Real Academia de la Lengua

La actriz Blanca Portillo durante la representación de 'Silencio'.
La actriz Blanca Portillo durante la representación de 'Silencio'.
‘Silencio’, un discurso teatralizado

La casualidad ha hecho que coincida en el tiempo la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Letras a Juan Mayorga con las funciones de su ‘Silencio’ este pasado día 3 de junio en el Palacio de Festivales y que ha puesto punto final a su temporada teatral y musical.

Juan Mayorga es uno de los autores teatrales dramáticos más prolíficos de la actualidad, es habitual ver en las carteleras de los teatros varias de sus obras programadas, de hecho en Santander esta temporada hemos podido ver dos de sus obras, ‘El Golem’ y este ‘Silencio’. 

Mayorga suele comentar que escribe teatro “para ese chaval de 16 años que encontró en el teatro un lugar donde lo respetaban”. Emplea un lenguaje natural que no le es extraño al espectador. Su obra está traducida a más de treinta idiomas, con títulos tan conocidos como ‘El chico de la última fila’, ‘Hamelin’, o ‘La lengua en pedazos’ que le valió el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2013.

En mayo de 2019 ingresó en la Real Academia Española (RAE) en sustitución de Carlos Bousoño. Su discurso de ingreso fue todo un homenaje al teatro, sus formas y su dramatismo. Y el valor añadido de los silencios como herramienta para la tensión y la fuerza del drama. Ya el título de su discurso, ‘Silencio’, deja claras sus intenciones y sus ideas.

Ese discurso de ingreso lo usa como texto en esta adaptación teatral hasta el punto de reflejar, sin ningún cambio, párrafos enteros. Llega a decir, ante los académicos de la Lengua que le escuchaban, “la situación es tan teatral que, quien escribió estas palabras pudo sentirse tentado de pedir a un intérprete que las pronunciara en su nombre”. Y es lo que ha hecho.

Esta adaptación, que no obra nueva, refleja en el escenario lo que dijo en su toma de posesión como académico, pero en vez de decirlo él mismo, ha dejado que una intérprete lo haga en su nombre. Y debía ser una gran intérprete como lo es Blanca Portillo, una de las mejores actrices dramáticas de la actualidad. Interpreta el texto simulando estar en el estrado de la RAE ante las insignes autoridades literarias y bajo la presidencia de un retrato de Cervantes que preside el estrado.

Blanca Portillo se encarga de decir el discurso pero teatralizando el momento, adaptando el papel de crítica y representando los texto clásicos que usa Mayorga para poner en valor los silencios en el teatro. Así, recordará a Lorca, Calderón, Homero, y tantos clásicos que usan los silencios como elementos fundamentales en sus obras.

La habilidad de Portillo para desdoblarse en los distintos ambientes que recrea es de alta escuela. Ella sola da vida a un texto denso, de una hora y cuarenta y cinco minutos, demostrando una habilidad interpretativa digna de todo elogio, reforzada por el ambiente que recrea el diseño de iluminación de Pedro Yagüe.

Pero esta no es una nueva obra de teatro de Mayorga. Lo nuevo y de alta calidad es el discurso original. Lo que ha hecho es un “copia y pega” de gran parte del texto, le ha añadido alguna frase ingeniosa y escenas de obras clásicas para mayor lucimiento de Portillo, con la intención de resaltar los silencios como herramienta literaria.

Una adaptación que se alarga sin necesidad, desde unos inicios planos en que no pasa nada, y que con el paso de los minutos se acumulan escenas de teatro que parecen más un relleno que una necesidad. No existe el inicio, nudo y desenlace.

El público muestra su agradecimiento al esforzado trabajo de Blanca Portillo, que si no fuera por ella esta adaptación no tendría mayor recorrido.