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CRÍTICA

‘Miles Gloriosus’, o cómo desvirtuar el genio de Plauto

El Palacio de Festivales de Cantabria acogió esta representación del autor Titus Maccius Plautus

La obra 'Miles Gloriosus' con Carlos Sobera.
La obra 'Miles Gloriosus' con Carlos Sobera.
‘Miles Gloriosus’, o cómo desvirtuar el genio de Plauto

FICHA:

-Teatro: 'Miles Gloriosus' . Autor: Plauto

-Versión: Antonio Prieto. Dirección: Pep Antón Gómez

-Intérpretes: Carlos Sobera, Ángel Pardo, Elisa Matilla, Silvia Vacas, Juanjo Cucalón, David Tortosa, Antonio Prieto y Arianna Aragón

-Espacio: Palacio de Festivales de Cantabria, Sala Argenta. Viernes, 27 de octubre de 2023

-Calificación (sobre 5): **

Cuando Titus Maccius Plautus escribió ‘Miles Gloriosus’ o ‘El soldado fanfarrón’, ya era un autor reconocido y de gran éxito en la Roma del 205 a.C. Fue el creador de un estilo de comedia teatral que perduraría a lo largo de los siglos y se usaría por los grandes autores literarios posteriores dando origen a la comedia de enredo que tantas joyas nos ha dejado.

En sus obras, Plauto usa un rico lenguaje coloquial que no elude la obscenidad ni la grosería, siempre usado dentro de un contexto que refuerza la gracia y las situaciones cómicas de los personajes, usando un vocabulario muy diverso con una gran variedad de registros. Puso en práctica la técnica del enredo mezclando dos acciones dentro de la misma obra, lo cual era toda una novedad en su época.

Bueno, pues todo ese estilo de comedia de enredos con gracia, lenguaje picaresco y personajes variopintos, queda totalmente desvirtuado en la versión libre de Antonio Prieto y que dirige Pep Antón Gómez de ‘Miles Gloriosus’. Hace una adaptación nueva con el cambio de nombre de los personajes y los textos al castellano que pueden ser interesantes, pero fracasa en su intento de ser más gracioso que el propio autor.

Usa unos recursos muy básicos y en algunas situaciones dan cierta vergüenza ajena. La poca afortunada ocurrencia de que el protagonista se pasee por el patio de butacas metiéndose con el público y cebándose con un señor calvo, me recuerda a los gags que usa el actor Suso Silva en su Circo de los Horrores, sobando la calva de un pobre espectador que no sabe dónde meterse. Y el uso de cancioncitas básicas y sin gracia está ya muy visto, sobre todo para el final de la obra repitiendo la misma estrofa y obligando al público a ponerse de pie y dar palmas. Tremendo.

Como es lógico, hay momentos y escenas con gracia por el propio texto de Plauto (¡Qué nos proteja Júpiter en traje de baño!) y escenas de enredos de gran originalidad teatral del autor. Pero todo queda descafeinado en una propuesta escénica muy pobre y simplona, con escenografía de colegio y una iluminación triste y con fallos es su ejecución.

El reparto tampoco ayuda a levantar el vuelo. La presencia de Carlos Sobera sólo se entiende como reclamo publicitario para atraer al público. Es mal actor, sin gracia, y más que representar a un general romano fanfarrón, se representa a si mismo, parece que sigue en su papel de personaje televisivo.

Del resto del reparto, cabe destacar a Ángel Pardo en su papel de Geta, está gracioso, vivaracho y con gran sentido teatral. Se convierte en el verdadero protagonista de la función. Correcto Juanjo Cucalón como Senectus y el propio Antonio Prieto como Capadocio. Las féminas demasiado básicas en sus papeles.

Al introducir canciones al principio y al final de la obra, se ven obligados a usar micrófonos lo que desvirtúa, aún más si cabe, las escenas de entradas y salidas de los personajes, al sonar todo igual perdiéndose el efecto de las voces lejanas que entran y salen. La sensación del enredo teatral también queda desvirtuada.

Una obra original muy graciosa con un texto rico en vocabulario que se pierde casi todo en esta versión para olvidar, aunque se obligue al público a levantarse y dar palmas como un recurso muy pueril para el aplauso facilón.