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CRÍTICA

Juan Diego Flórez cautiva en Santander, pero solo convence a medias

El Palacio de Festivales de Cantabria acogió el concierto del tenor peruano acompañado por la Orquesta Oviedo Filarmonía

Orquesta Oviedo Filarmónica.
Orquesta Oviedo Filarmónía.
Juan Diego Flórez cautiva en Santander, pero solo convence a medias

FICHA:

-Juan Diego Flórez. Tenor.

-Orquesta Oviedo Filarmonía

-Director: Guillermo García Calvo.

-Obras: de Donizetti, Verdi, Puccini, Serrano, Barrera, entre otros.

-Espacio: Palacio de Festivales de Cantabria, Sala Argenta. Lunes, 14 de agosto de 2023

-Calificación (sobre 5): ***

Desde luego, era una de las citas más esperadas de la actual edición del Festival INternacional de Santander, el regreso, por tercera vez, del tenor Juan Diego Flórez (Lima, 1973) a la capital cántabra (las otras dos ocasiones fueron en 2004 y 2006). Y la expectación se tradujo en un lleno absoluto de la Sala Argenta del Palacio de Festivales, con seguidores provenientes de otras ciudades y mucha prensa acreditada. En esta ocasión estuvo acompañado por la Orquesta Oviedo Filarmonía, una garantía de calidad sonora en el repertorio lírico.

Los que hemos tenido el privilegio de escuchar en directo al tenor peruano desde sus comienzos, hemos ido observando la evolución de su voz a lo largo de los años. Estamos ante un cantante de primerísimo nivel, poseedor de una técnica muy sólida que sabe utilizar para un mejor manejo de un timbre vocal bellísimo, lo que le permite ese inigualable fraseo y vocalización ejemplar, junto a un inteligente uso de la respiración y los reguladores.

Flórez siempre ha sido un tenor lírico-ligero, lo que le ha permitido ser uno de los grandes intérpretes del repertorio rossiniano y belcantista, incluso con un acercamiento al repertorio francés más romántico que le encaja bien a sus condiciones vocales. Ha dejado muestras de su arte en grabaciones y actuaciones que ya son referenciales en títulos que muy pocos cantantes, o casi ninguno, se atrevían a abordar.

Pero los años pasan y, como es lógico, la voz evoluciona. De un tiempo a esta parte, se aprecia menos caudal sonoro (nunca fue una voz voluminosa), y una respiración menos fluida, lo que se traduce en un fiato más corto y con menos seguridad para llegar a esos agudos esplendorosos que antaño eran de poner los pelos de punta. Mantiene, eso sí, la belleza de su timbre y una técnica que permanece intacta que le permite ciertas licencias vocales no escritas que solo unos pocos se atreven a usar.

Empezó su recital con 'L’elisir d’amore' que le permitió calentar la voz y que no pasó de lo correcto. El resto de la primera parte, alternó entre el Donizetti más lírico y papeles de Verdi que requieren de una voz de lírico spinto, de extensión más ancha y notas más dramáticas, en un intento que creemos no acaba de cuajar.

Estuvo romántico en el recitativo y aria de Edgardo de 'Lucia di Lammermoor', pero ya no se lució tanto en la escena y aria de 'Rigoletto', o en 'Un ballo in maschera', cantado sin la fuerza dramática necesaria, o en 'Luisa Miller' donde le pasó lo mismo, salvo en la cabaletta final que puso fin a la primera parte.

La segunda parte la dedicó a la zarzuela, lo que siempre es de agradecer, y estuvo algo más cómodo en fragmentos de 'El guitarrico' o 'El último romántico' cantado con exquisito gusto. No estuvo tan lucido como se esperaba en el famoso “No puede ser” de 'La tabernera del puerto' o en la jota de 'El trust de los tenorios'. Terminó su programa con una brillante 'Che gelida manina' de 'La Bohème' cantada con buen gusto romántico.

Tras los encendidos aplausos de un público entregado, Flórez nos regaló sus propinas, guitarra en mano, a base de canciones populares y napolitanas muy del gusto del tenor y que aborda con facilidad y estilo. Terminó con un 'Granada' para su total lucimiento.

Estuvo acompañado por la Oviedo Filarmonía dirigidos por Guillermo García Calvo, una orquesta que, de nuevo, demostró su calidad sonora en los momentos más líricos y que no solo se limitó a un buen acompañamiento del cantante, sino que se pudo lucir en fragmentos como la obertura de 'Roberto Devereux' y, sobre todo, en una estupenda versión del intermedio de 'Cavalleria Rusticana', donde toda la sección de cuerdas estuvo a una gran altura. Una pena que García Calvo no incidiera más en contrastes melódicos y menos caudal sonoro que, por momentos, llegaron a tapar al cantante.

Flórez sigue siendo poseedor de una bella voz y es un artista elegante y entregado, pero sus intentos de abordar un repertorio más pesado, más dramático, no terminan de encajar en sus condiciones vocales y en su limitado registro sonoro, lo que en una representación de ópera puede crearle serias dificultades.