sábado. 20.04.2024
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CRÍTICA

Interesante velada musical en la iglesia de Santa Lucía en Santander

Dentro de los Encuentros de Música, Cámara y Academia acogió piezas de Telemann, Mozart, Bach y Rossini, conciertos de cámara y sonatas para cuerdas y viento

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Interesante velada musical en la iglesia de Santa Lucía en Santander

Como todos los meses de julio se está celebrando en Santander y diversas localidades de Cantabria una nueva edición de los Encuentros de Música, Cámara y Academia, y ya son 21 ediciones, que organiza la Fundación Albéniz que dirige la incansable Paloma O’Shea.

Hay que reconocer el enorme esfuerzo que supone preparar unos encuentros musicales con los profesores más destacados en cada especialidad y la ingente labor de selección de los alumnos más aventajados de Europa. Un trabajo que ha realizado el director artístico de los Encuentros, el maestro Péter Csaba, responsable también de toda la programación de conciertos y de las clases magistrales.

En total están programadas 45 veladas musicales que tienen lugar durante todo el mes de julio no sólo en Santander sino también en otras 19 localidades de Cantabria, la mayoría gratuitos para facilitar el acceso del gran público al mundo de la música.

Cada día se celebran a la vez varios conciertos en distintos escenarios, de hecho este pasado domingo día 10 han sido cuatro las veladas musicales, de las que he podido asistir a la celebrada en la Iglesia de Santa Lucía en Santander, con un interesante programa que abarcaba a Telemann, Mozart, Bach y Rossini, conciertos de cámara y sonatas para cuerdas y viento. Una pena que no se pudiera hacer con instrumentos de época, sobre todo con Bach y Telemann, aunque comprensible por la propia naturaleza del evento.

Se empezó con Telemann, con dos de sus cuatro Conciertos para cuatro violines, el 201 y el 203. Son dos piezas cortas pero de innegable belleza divididos en cuatro partes, de buena ejecución y coordinación entre sus integrantes: Eugénie Le Faure, Xixi Gabel, Hani Song y Éva Kóbor.

Interesante fue la interpretación del Dúo en si bemol K292 de Mozart, compuesto originalmente para fagot y violonchelo pero que aquí fue ejecutado por dos fagot, Denisa Benovská y Kamil Szulc, correctos, con excesivo movimiento corporal para enfatizar ciertos pasajes.

Flautista húngaro

Uno de los puntos fuertes de la velada vino de la mano del flautista húngaro András Adornan con la sonata en la menor Wq 132 de Bach. Ejecución precisa, afinación y musicalidad, que habría sido aún más llamativo con un instrumento de época. Fue muy aplaudido que le obligó a doble saludo final.

La velada finalizó con el siempre vibrante Rossini, en este caso con su sonata número 3 en do mayor, como cuarteto de cuerda para violines I y II, violonchelo y contrabajo. Sus tres movimientos fueron ejecutados de forma coordinada y de buena concertación entre sus miembros: dos violines, la francesa Eugénie Le Faure, que tuvo algún desliz en las entradas y alguna nota fuera de tono, y la suiza Hani Song, de gran seguridad y aplomo; el violonchelo del valenciano Javier Escrihuela y el contrabajo del colombiano Andrés Arroyo.

Una velada interesante de éxito y con aceptable asistencia de público que podría haber sido aún mayor si no fuera por la falta total de publicidad  con carteles informativos en el acceso al templo, ni programas de mano. Estos detalles se deberían cuidar más.