sábado. 27.07.2024
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CRÍTICA

Una 'Cenicienta' más humana cautiva en Santander

El Palacio de Festivales de Cantabria acogió a Les Ballets de Monte-Carlo, dirigido por Jean-Christophe Maillot

Anja Behrend as the Prince in Les Ballets de Monte-Carlo's Cinderella.
Anja Behrend as the Prince in Les Ballets de Monte-Carlo's Cinderella.
Una 'Cenicienta' más humana cautiva en Santander

FICHA:

-Ballet: Cendrillon.

-Música: Sergei Prokofiev. Coreografía: Jean-Christophe Maillot.

-Vestuario: Jérôme Kaplan. Escenografía: Ernest Pignon-Ernest. Iluminación: Dominique Drillot.

-Les Ballets de Monte-Carlo. Director: Jean-Christophe Maillot

-Espacio: Palacio de Festivales, Sala Argenta, sábado, día 1 de junio de 2024.

-Calificación (sobre 5): ***

Son muchas las versiones que existen del cuento de 'La Cenicienta', siendo las más  conocidas las de Charles Perrault o la de los Hermanos Grimm. Los cuentos de hadas siempre han sido una fuente inagotable para los creadores literarios y el mundo del ballet no ha sido ajeno a ello. Conocer una visión diferente del famoso cuento siempre es de agradecer, que es lo que hemos podido ver estos días en el Palacio de Festivales en Santander.

En noviembre de 1945 Sergei Prokofiev estrena su ballet 'Cendrillon' en el teatro Bolshoi de Moscú con un gran éxito. Han sido muchos los coreógrafos que han hecho sus propias versiones tomando como base la partitura original, pero casi todas contando la misma historia dulce y amable del cuento. Una de esas versiones más reconocidas es la de Frederick Ashton para el Royal Ballet de Londres, que el año pasado estrenaron una revisión del original. Pero otros directores han preferido ir más allá y profundizar en la intrahistoria de los personajes, y ahí surge la versión que nos cuenta Jean-Christophe Maillot para Les Ballets de Monte-Carlo.

Maillot estrena su coreografía de 'Cendrillon' en abril de 1999 en la Sala Garnier de la Ópera de Monte-Carlo, con un enorme éxito. Lleva 25 años girando por medio mundo despertando el interés del público por su viveza y realismo. A Maillot no le interesa las versiones edulcoradas que Walt Disney nos ha contado siempre. Busca indagar en el interior de cada personaje, sus ambiciones y la soledad ante la pérdida de un ser querido. Cómo afrontar la vida futura ante la muerte de una madre, cómo la felicidad pasada puede empujar a un futuro incierto.  

En esta versión, 'Cenicienta' vive con el recuerdo de su madre y la compañía de su padre que se convertirá en su apoyo fundamental. De hecho, el padre cobra un protagonismo especial junto al Hada, que no es otra que la propia madre de Cenicienta reencarnada y que ayudará a su hija en su camino a la felicidad. Aquí no hay carrozas, ratones ni zapatitos de cristal, serán los pies descalzos bañados en un oro efímero los que guiarán sus pasos. La madrastra y las hermanastras son hermosas y seductoras pero perversas y ambiciosas para conseguir sus propósitos.

Frente a Cenicienta, el Príncipe también aspira a vivir otra vida, su encuentro con Cenicienta es la oportunidad que el destino le depara y lo dejará todo para unirse a la persona que ama. El cuento se transforma en la lucha por la felicidad ante el muro de rechazo de los demás.

Con estos mimbres, Jean-Christophe Maillot construye una historia perfectamente ensamblada, muy bien contada que arrastra al espectador en un desarrollo dramático de altos vuelos teatrales. Una escenografía minimalista de Ernest Pignon-Ernest, seductora y a la vez muy práctica, incluyendo el arriesgado uso de espejos, con unos paneles móviles que sirven de ayuda en las distintas escenas, y que se apoyan en el brillante vestuario de Jérôme Kaplan y la espléndida iluminación de Dominique Drillot, creando ambientes seductores que nos irán guiando en el desarrollo continuo de la acción.

El elenco de bailarines de la compañía monegasca es de una técnica apabullante para este tipo de coreografías que guardan cierta similitud con las que Mathew Bourne hace de los clásicos del ballet. Un reparto homogéneo donde no existe un solista que destaque sobre los demás. Aquí todos son un conjunto y todos juegan un papel protagónico. Y se adaptan muy bien al tipo de composición de Prokofiev, con sus momentos de drama, de maldad y de puro romanticismo.

El 'Hada y el Padre' son la guía de la historia: Laura Tisserand y Álvaro Prieto recrean los personajes más atrayentes de esta versión. A su lado, Alessandra Tognoloni y Simone Tribuna, como Cenicienta y el Príncipe, despliegan sus encantos en momentos de puro lirismo, como en su Pas de deux del segundo acto lleno de fuerza y romanticismo. Y se enfrentan ambos a las perversiones de la 'Madrastra', estupenda Anna Blackwell, y sus dos hijas, Kathryn McDonald y Lydia Wellington.

En esta historia tan teatral, están los cuatro amigos del Príncipe, los Superintendentes del placer, están los Maniquíes y las Exóticas y todos los invitados al baile. Todos juegan distintos roles en acciones constantes que no dan respiro, y todo fluye de forma natural y creíble. Y ese final tan emotivo, tan de ensueño donde el Príncipe abandonará el palacio y se postra a los pies de su amada. La muerte ya no será insoportable y vivirán felices para siempre.

Es de agradecer poder disfrutar de versiones diferentes en el Palacio de Festivales, algo novedoso y de alta calidad artística que el público, que llenó la Sala Argenta, agradeció puesto en pie con aplausos y ovaciones para un trabajo exquisito y de gran fuerza teatral, que aún habría emocionado más con orquesta en el foso, algo que sigue siendo la asignatura pendiente en el ballet.