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CRÍTICA

Anne-Sophie Mutter o los caprichos de la diva del violín

El Palacio de Festivales de Cantabria acogió el concierto de los Mutter'Virtuosi con la violinista alemana

La violinista alemana junto a los Mutter'Virtuosi
La violinista alemana junto a los Mutter'Virtuosi
Anne-Sophie Mutter o los caprichos de la diva del violín

FICHA:

-Mutter’Virtuosi. Anne-Sophie Mutter, violín y dirección

-Obras de: Antonio Vivaldi, Johann Sebastian Bach, André Previn y Joseph Bologne, Chevalier de Saint-Georges

-Espacio: Palacio de Festivales de Cantabria, Sala Argenta. Domingo, día 27 de agosto de 2023

-Calificación (sobre 5): **

Había la expectación habitual por escuchar de nuevo a la gran violinista alemana Anne-Sophie Mutter (Rheinfelden, Alemania, 1963) y lo ha hecho en medio de una nueva gira europea que le ha traído al Festival Internacional de Santander. En esta ocasión ha venido acompañada por los estudiantes de música de alto nivel a los que apoya en sus estudios en forma de becas que paga su propia Fundación Anne-Sophie Mutter. A estos estudiantes ella les llama 'Mutter’Virtuosi', o sea los virtuosos de Mutter.

Pienso que convendría volver a definir el concepto de 'virtuoso', que en cualquier caso no parece muy apropiado o exacto el uso de ese término para unos estudiantes de alto nivel, pero aún en periodo de formación, y que más bien parece un uso mercantilista del término para llenar auditorios de una forma demasiado fácil.

En esta gira se presentan con un programa algo incoherente, cuando en medio de grandes obras del siglo XVIII nos mete una obra del siglo XX  de estilo contemporáneo y estructura moderna, o sea, toda una contraposición sobre Vivaldi, Bach o Joseph Bologne, conocido como Chevalier de Saint-Georges, contemporáneo de Mozart.

En su larga y brillante carrera, Mutter nunca ha destacado en el repertorio Barroco por no ser su especialidad. Por eso, es difícil de entender la forma que tiene de afrontar estas obras que interpretadas por ella no suenan igual, están muy alejadas de los cánones y estructuras con las que fueron escritas. Más bien parece un capricho el incluirlas en sus programas de conciertos, no sabemos muy bien por qué.

Para su concierto en Santander, también el día anterior en San Sebastián, usó uno de sus dos Stradivarius, el Lord Dünn-Raven, de 1710. El primer choque estilístico ya vino con Vivaldi y su Concierto para tres violines RV551, donde pocas cosas encajaron, con unos tiempos endiablados, rapidísimos, que ocasionaron entradas en falso y continuos saltos de notas que hacían perder la hermosa musicalidad de la obra.

Ya desde el inicio con el 'Allegro' quedaba patente una fuerza y unos tiempos que no se entendían, fuera de estilo y de contexto. Y el resto de la obra fue por el mismo camino, ausente de texturas melódicas y contrastes entre los tres violines solistas, ella misma incluida.

Con el Concierto para violín de Bach BWB 1041, la cosa siguió por los mismos derroteros o peores. Todo rápido, sin destacar esos momentos tan bellos escritos de puro lirismo, como en el 'Andante' del segundo movimiento, donde quiso improvisar algunos pasajes que salieron desafinados y con ciertas entradas en falso. Eso sí, su sólida técnica le permite lucirse ante el público sin que se note que por el camino se ha dejado varias notas sin cubrir.

Más atinada fue la interpretación de 'Nonet', escrita en 2014 por André Previn por encargo de la propia Mutter (entonces estaban casados) para ser interpretada por sus Virtuosi. La obra tiene tres movimientos para dos cuartetos de cuerda, de estilo contemporáneo, para lucimiento de violines y cellos. Con esta obra las cosas se templaron un poco, aunque tampoco sea especialmente brillante como para seducir el oído.

Bach

En la segunda parte, la cosa siguió igual. Volvió con Bach y su Concierto de Brandeburgo n° 3 BWV1048, que perdió toda su magia, de nuevo unas velocidades incomprensibles que incluso sus músicos acompañantes sudaban para seguir el ritmo. Nada que ver con los tiempos, las pausas, la riqueza de contrastes melódicos escritos por el genio de Leipzig, ni siquiera el 'Adagio' sonó como debiera. El 'Allegro' final, otra carrera contra reloj.

Y para terminar, el Concierto para violín, op 5, n° 2, de Josep Bologne, Chevalier de Saint-Georges. La historia de este compositor es muy interesante (de hecho, hay una película titulada 'Chevalier' dirigida por Stephen Williams estrenada este año). Su estilo tan similar a Mozart, hizo que estuvieran más cercanos y atinados en la técnica y en las formas, bien en el 'Largo' del segundo movimiento y puro virtuosismo en el 'Rondeau' final, para pleno lucimiento técnico de Mutter. Pero todo muy frío, y rápido.

Ante los aplausos del público que casi llenaba la Sala Argenta, nos ofreció solo una propina (menos mal), su versión del final del 'Verano' de las Cuatro Estaciones vivaldianas, otro corre, corre, que te pillo para olvidar.

Lo peor, es que en este mismo escenario, en los dos días anteriores, se pudo disfrutar con la Cappella Mediterránea y el Ensamble Arcangelo que hicieron sonar a Monteverdi, Haydn y Boccherini que eran puro placer. Ya lo sé, las comparaciones son odiosas, y en este caso aún más.