viernes. 29.03.2024
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Opinión

Píldoras Antidesempleo 1: Primer día de presentación

De camino a casa después de recoger mis cosas en el despacho, en mi cabeza repetía una y otra vez: “¡No puede ser! ¡Qué hago yo ahora!”. Tanta dedicación al trabajo, fines de semana renunciando a la familia, para qué

Píldoras Antidesempleo 1: Primer día de presentación

Lo cierto es que disfrutaba tanto con lo que hacía que perderlo suponía mucho más que perder un sueldo. Pérdida de autoestima, el estigma social que conlleva estar en el desempleo, cambiar las rutinas diarias o incluso no tenerlas ya, perder el contacto con el mundo laboral, la relación con los y las compañeras; todo esto, y mucho más, suponía quedarme sin empleo.

Son muchas cosas las que se pierden cuando estamos en desempleo, así que en el momento en el que la dirección de este nuevo periódico me ofreció un espacio para hablar de trabajo y de temas laborales, me propuse, entre otras muchas cosas, compartir mis ‘Píldoras Antidesempleo’, un tratamiento para recuperar todo aquello que se cree perdido.

Aquella situación era nueva para mí, a la que no me había enfrentado antes y que, por supuesto, como nunca la había imaginado ni la había visualizado, no estaba preparado para vivirla. Carecía de las herramientas necesarias para afrontar mi despido y mucho menos para convertir ese momento en una oportunidad para cambiar y crecer. Mi intención al compartir este tiempo es que vayas recogiendo aquellos consejos, experiencias o acciones que hasta ahora no has puesto en práctica en tu búsqueda de empleo. Hablaremos de competencias, de la situación del mercado laboral, del emprendimiento, de las entrevistas de trabajo y de todo aquello que aporte valor en relación al empleo.

Cuántas veces habrás oído eso de que tienes que sacar lo bueno, aunque sea de una situación tan dramática como es estar en desempleo. No hay que anclarse en el dolor de nuestra tragedia, sea cual sea, y es necesario aprender “a pasar pantalla”, pero esto no significa hacerlo lo más rápido posible sino de la mejor forma que se pueda. Si acabas de perder tu trabajo, sé que es pronto para que puedas ver el despido como una oportunidad y mucho menos que encuentres palabras que consuelen la tristeza que sientes, que calmen tu ira o que apacigüen tu rencor.

Es necesario que pase un tiempo, un tiempo que solo tú pactes, para poder observar lo que te está ocurriendo desde otro punto de vista. Ayudarte a cambiar la actitud y poder superar el luto, es otro de los propósitos que me motivan para escribir estas líneas.

Cuando perdí el trabajo mi vida se paró, por algo lo llaman el paro. A la mañana siguiente dejaba de tener motivos para levantarme pronto, tenía que acostumbrarme a la nueva situación. Recuerdo que recibí una llamada de un periodista que me pedía que gestionara una entrevista con un político, ya que eso era parte de mi trabajo hasta unos días antes. Disimulando mi dolor y mi tristeza, le tuve que decir sin dar muchas explicaciones que ya no trabajaba en aquel lugar. 

Pasaban los días y dejé de recibir llamadas de trabajo, incluso de amistades y compañeros que se habían preocupado por mi situación en los días posteriores a mi despido. Esto es algo que nunca llegué a reprochar puesto que, aunque nuestro mundo se detenga, soy muy consciente de que la vida sigue para el resto. Quienes hablan de la relatividad del tiempo poseen mucha razón.

De hecho, la cultura griega, empleaba dos términos para referirse al tiempo, dos palabras que representan conceptos diferentes. Cronos y Kairos. El primero se refiere al tiempo cuantitativo, el cronológico, el que se mide en horas, días, meses y años; mientras que kairos representa ese momento especial, hace referencia al tiempo de calidad, ese en el que llevado por lo que estás haciendo, pierdes la propia noción del tiempo. 

Cuando nos encontramos con alguien que conocemos, le contamos que estamos en situación de desempleo y, con toda la buena voluntad, nos dice algo así como: “Pues ya voy a hacer un par de llamadas a ver si sale algo, yo te llamo”. La espera hasta que llega ese momento, si es que llega, se hace eterna. Sin embargo, para nuestra persona conocida, metida en su rutina diaria y entretenida con cientos de asuntos, la percepción del tiempo pasado hasta que llega ese momento, seguro que no es la misma.

Yo estuve muchos días esperando una llamada prometida que nunca llegó y en aquel tiempo los minutos se convirtieron en horas, así como los días en meses. Para que aproveches ese tiempo de espera y lo conviertas en tiempo de provecho, te propongo que continúes conmigo en este espacio que vamos a compartir desde este momento.