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CRÍTICA

La Orquesta Sinfónica del Cantábrico, buenos objetivos pero de incierto futuro

El Palacio de Festivales acogió el concierto de la Oscan, nacido en 2019 sin apoyo financiero de ninguna institución pública o privada

Integrantes de la Oscan en el concierto.
Integrantes de la Oscan en el concierto.
La Orquesta Sinfónica del Cantábrico, buenos objetivos pero de incierto futuro

FICHA:

-Orquesta Sinfónica del Cantábrico. Piano solista: Isabel Dobarro. Directora: Paula Sumillera

-Obras: Florence Beatrice Price: ‘Andante moderato’. Clara Schumann: Concierto para piano, op.7. Johannes Brahms: Sinfonía n° 2, op 73.

-Espacio: Palacio de Festivales de Cantabria, Sala Argenta. Viernes, 20 de octubre de 2023

Había cierto interés por volver a escuchar un concierto de la Orquesta Sinfónica del Cantábrico (Oscan) y el programa elegido para esta ocasión ha sido el motivo principal para observar la evolución de la agrupación cántabra.

La orquesta nace en 2019 de manera privada por iniciativa de un grupo de músicos profesionales, la mayoría profesores de Conservatorio y con la dirección artística de Paula Sumillera. Fue una decisión un tanto arriesgada puesto que no tienen un apoyo financiero por parte de ninguna institución pública o privada, que se sepa. Se juntan en las ocasiones en que se les requiere para algún acto cultural o desde el Palacio de Festivales para que ofrezcan algún concierto en su programación general.

Este tipo de iniciativas son siempre bienvenidas y suelen ser habituales en ambientes musicales europeos, pero siempre bajo el paraguas de patrocinios privados o públicos que les garanticen una estabilidad y un alto nivel artístico que justifique su actividad. Pero este no es el caso de la agrupación cántabra, que vive de la ilusión y fuerza de sus componentes pero en una cuerda floja sin protección que influye en su estabilidad y en sus posibilidades de proyección futura.

El programa elegido para el concierto ofrecido en esta ocasión en el Palacio de Festivales tenía varias notas de interés. De las tres obras presentadas, dos son de compositoras fundamentales en la historia de la música, la afroamericana Florence Beatrice Price y la alemana Clara Wieck, conocida como Clara Schumann desde su matrimonio con Robert Schumann. A ellas dos les acompañó en esta ocasión la obra de Johannes Brahms.

De Brahms se interpretó su Segunda sinfonía, op 73, de carácter bucólico y romántico. Hubo un protagonismo especial con los violines primeros y segundos gracias al impulso y guion del violín concertino Víctor Martínez Soto, invitado para la ocasión y que prácticamente dirigía a toda la sección, consiguiendo un sonido brillante y homogéneo. La dirección de Paula Sumillera fue algo plana, donde echamos en falta más contrastes y dinámicas precisas y con algunas entradas en falso, sobre todo con las trompas como al inicio del segundo movimiento.

Ya en la segunda parte se ofreció el ‘Andante moderat’ de Price, solo para cuerdas con buen sonido general. Y el plato fuerte de la velada venía con el Concierto para piano, op. 7, de Clara Schumann, teniendo como solista a Isabel Dobarro. Con una carrera artística meritoria a pesar de su juventud, a sus 31 años la pianista gallega tiene su residencia en Nueva York y acumula un currículum extenso como concertista de piano, y con titulaciones académicas que le otorgan gran visibilidad en amplios sectores culturales.

Pero tanta actividad académica y artística es posible que sean la causa de que sea una intérprete correcta pero lejos de la excelencia deseada. Sorprende que siendo conocedora de la obra de Clara Schumann y de otras grandes compositoras, necesite usar la partitura durante la ejecución del concierto para piano. Puede ser falta de seguridad o falta de ensayos con la orquesta lo que se tradujo en una interpretación poco interesante, muy plana y sin la emoción lírica que transmite la obra. La orquesta estuvo más conjuntada que con la sinfonía de Brahms, con un sonido más compacto y mejor concertado.

En este concierto para piano, se utilizó el proyecto audiovisual de la empresa Elektr.Art, con proyecciones en 3D haciendo figuras sobre el escenario similares a las de la pantalla de un ordenador en modo descanso. Siendo sinceros, no le vimos ningún interés ni aportó nada especial al momento, más bien conseguía distraer de la interpretación musical.

Esta orquesta tiene buena base y sus objetivos son meritorios, por eso creemos que deberían replantearse sus opciones de futuro artístico y sus estructuras de funcionamiento. Sino, será inevitable su caída en la irrelevancia (la fría reacción del público de este concierto es prueba de ello) con la pérdida de la oportunidad de crear una buena orquesta profesional que fuera la base de una deseable Orquesta Sinfónica de Cantabria de carácter oficial.