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CRÍTICA

La Orquesta de São Paulo eleva a la cumbre alpina al Festival de Santander

Orquesta de Sao Paulo.
Orquesta de Sao Paulo.
La Orquesta de São Paulo eleva a la cumbre alpina al Festival de Santander

-Festival Internacional de Santander. Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo. Heitor Villa-Lobos: Uirapuru. Edgard Varèsse: Amériques. Richard Strauss: Sinfonía Alpina op. 64 (con músicos de la Orquesta de Castilla y León). Director: Thierry Fischer. Palacio de Festivales, sábado 17 de agosto de 2024.

-Calificación (sobre 5): *****

Se ha superado el ecuador de la actual edición del Festival Internacional de Santander (FIS), donde hasta la fecha se han escuchado programas muy interesantes y novedosos, con varios llenos en la Sala Argenta, además del gran éxito que están teniendo las citas en los Marcos Históricos. Pero ha llegado la Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo y acaba de marcar la línea de la excelencia que debe tener todo Festival Internacional que se precie.

La Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo fue creada hace ahora 70 años y, por ese motivo, decidieron programar una gira por Europa con conciertos en Festivales muy concretos, y ahí estuvieron muy oportunos los programadores del FIS, consiguiendo para Santander su única parada en nuestro país. Y la jugada ha salido a pedir de boca.

Con su director titular al frente, el suizo Thierry Fischer, se han presentado con un programa novedoso pero absolutamente excepcional. Fisher ha unido en un mismo programa a Villa-Lobos, uno de los máximos exponentes de los compositores brasileños, al francés Edgard Varèsse, con claras influencias de Debussy y Strauss, y al propio Richard Strauss con su monumental 'Sinfonía Alpina', lo que es todo un ejemplo de coherencia e interés.

La Orquesta brasileña posee tal nivel artístico y técnico que le permite afrontar un programa  nada convencional y de alto grado de exigencia que pocas orquestas se atreven a programar. Así se apreció desde el inicio con la obra de Villa-Lobos 'Uirapuru', el pajarito encantado, poema sinfónico y de ballet, donde el lirismo de las cuerdas ya presagiaban lo que vendría después. Obra de gran riqueza melódica y descriptiva.

De Edgar Varèsse y su obra 'Amériques' se aprecian las influencias de la música de Estados Unidos, una obra que ya requiere de una gran masa orquestal con percusión adicional incluyendo el sonido de sirenas, como la representación vívida de la ciudad de Nueva York. La orquesta supo plasmar ese inicio tranquilo al estilo de Debussy hasta llegar al clímax sonoro de influencia estructural de Stravinsky.

El plato fuerte de la velada llegaría con la monumental 'Una Sinfonía Alpina, op. 64' de Richard Strauss. Estrenada en Berlín en 1915, es un ejemplo de lo que se denomina música programática, donde se describe un argumento, en este caso las etapas que el propio compositor fue cubriendo en la ascensión a los Alpes Bávaros. Thierry Fischer consiguió de la orquesta brasileña una perfecta y conjuntada descripción de las 22 escenas de que consta esta magna obra, unidas por los constantes leitmotiv usados por Strauss.

Con un estilo pausado y preciso, Fisher llevó a los 120 músicos necesarios, incluyendo a los 15 de fuera de escena pertenecientes a la Orquesta de Castilla y León, donde Fisher también es director titular, por los sentimientos del 'Amanecer', 'el Ascenso', 'Perdido en la espesura', 'En la cima', o la espectacular escena de 'Temporal y tormenta', y ese hermoso final pausado de la 'Noche'. La precisión y el lirismo descriptivo mostrado por la Orquesta de São Paulo fue ejemplarizante, de alta tensión, de pura naturaleza.

Toda la sección de cuerdas sonó plena de musicalidad y protagonismo (increíbles violines primeros), y la enorme sección de viento y percusión en ningún momento taparon a las cuerdas, consiguiendo una fusión sonora compacta digna de elogio. Este fue, sin duda, uno de los grandes méritos de Thierry Fischer, de dirección precisa, muy detallista, en una difícil labor como pocas veces se puede apreciar.

Tras semejante hazaña musical, aún tuvieron el detalle de regalarnos una danza popular brasileña, que terminó con el público puesto en pie ovacionando y agradeciendo el trabajo de un director y una orquesta ejemplares.

Ha sido un programa que por su complejidad  será difícil volver a escuchar en los próximos años. A los que dicen ser melómanos, incluyendo a algunos abonados al Festival, que decidieron perderse esta cita, su error les perseguirá por siempre jamás.