martes. 07.05.2024
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CRÍTICA

Un más que correcto Mahler en Santander

El Palacio de Festivales acogió una nueva versión de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler a cargo de la Orquesta Filarmónica de Málaga

Orquesta
Orquesta Filarmónica de Málaga en el Palacio de Festivales.
Un más que correcto Mahler en Santander

Este jueves día 24 hemos podido escuchar en el Palacio de Festivales una nueva versión de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler a cargo de la Orquesta Filarmónica de Málaga dirigida por su titular, el mallorquín José María Moreno Valiente.

En junio de 2020, recién salidos del confinamiento, la orquesta y su director celebraron el 30 aniversario de la fundación de la Orquesta haciendo una grabación de esta sinfonía para el sello Ibs Classical. Tienen la obra muy rodada y aunque no sea una ejecución de referencia, sí se nota un duro trabajo de estudio y adaptación, tanto del director como del conjunto orquestal.

Cuando Mahler empezó a escribir su Sinfonía n° 5 en el verano de 1901 acababa de pasar por una grave enfermedad y su estado de ánimo no pasaba por su mejor momento. Durante su convalecencia estuvo acompañado por su amada esposa Alma, que le serviría de inspiración y ayuda. Después de muchos cambios y reescrituras, estrenó esta Quinta Sinfonía en Colonia en octubre de 1904 dirigiendo él mismo a la Filarmónica de Viena. 

Ese estado de ánimo se vio reflejado en la esencia de la composición. Solo tras la muerte del compositor, la obra empezó a tener la aceptación y reputación que hoy tiene, siendo considerada una de sus obras más representativas.

La sinfonía se divide en cinco movimientos, agrupados en tres partes. Los dos primeros movimientos se agrupan en la Primera parte y son reflejo claro de ese estado de ánimo por el que pasaba el compositor: el primer movimiento ‘Marcha fúnebre’, con paso mesurado, y el segundo ‘Tormentosamente agitado’, donde los violines presentan una torturada melodía que es detenida por los metales.

Aquí la Orquesta de Málaga empezó a dar muestra de su dominio estilístico con su director pendiente de los cambios de ritmo y tonalidades que requieren la partitura y una concertación muy precisa con el alto riesgo existente de que los sonidos se descontrolen.

El tercer movimiento ‘Scherzo’, vigoroso pero no demasiado rápido con sonido de vals, fue de nuevo muestra del dominio que José María Moreno tiene de la obra, consiguiendo un sonido compacto de la orquesta, aunque aquí los violines primeros acusaron cierta falta de sonoridad frente al viento metal, pero siempre bien conjuntados y en perfecta afinación.

En el cuarto movimiento, el famoso ‘Adagietto’, para cuerdas y arpa, verdadera canción sin palabras, la orquesta se lució especialmente con un lirismo exquisito y un comienzo en pianísimo que fue de lo mejor de la velada.

Tanto el arpa como toda la cuerda tuvieron momentos muy destacados, sobre todo las violas y cellos, llegando al final con un sonido lleno de matices hasta su desaparición  en máxima delicadeza.

El movimiento final, ‘Rondó-Finale’ tiene elementos de sonata. En este punto, la Orquesta consiguió lo mejor de su actuación, con una dirección muy detallista y precisa que obtuvo un sonido ajustado y siempre compacto, llegando al agitado final en perfecta concertación.

Aunque esta sinfonía suele requerir de una mayor plantilla orquestal, la Filarmónica de Málaga, con sus 80 músicos, consigue una más que correcta ejecución que ya es mucho en una obra de estas características.

Además, es de agradecer el esfuerzo que han hecho para desplazarse hasta Santander en un viaje harto complicado según me pude informar, con cancelaciones de vuelos, teniendo que hacer el viaje de ida en tren desde Málaga y el de regreso desde el aeropuerto de Asturias.