sábado. 20.04.2024
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MITOLOGÍA DE CANTABRIA

El hombre pez de Liérganes

La historia hace referencia a un joven del municipio desaparecido en la noche de San Juan mientras se bañaba y que apareció al cabo de cinco años en Cádiz

Ilustración del Hombre Pez. Pilar G. de Pantaleón
Ilustración del hombre pez. Mª Pilar G. Pantaleón
El hombre pez de Liérganes

Hay noches que sueño que me pierdo en lugares que he visitado asiduamente a lo largo de mi vida, lugares antiguos, llenos de ruinas romanas, medievales, napoleónicas….

Lugares con vetustos palacios, de balcones engalanados con flores de varios colores, cuidados con delicadeza en el bello arte de la jardinería, y con enormes jardines que en otra época, paseaban grandes duques, marqueses, condes e incluso algún rey.

Lugares con pedregosos caminos, de piedra redondeada, muchos de los cuales, poseen hendiduras, gastados carriles que se utilizaban para el tráfico de carros y carretas para transportar ganado, verdura y otros menesteres en esa época.

El repicar de las campanas anunciando a la población del fallecimiento de un paisano o paisana, el nacimiento de un bebé o el matrimonio en el pueblo, rituales religiosos y seculares, que servían para hacer partícipes a la población de los eventos acontecidos.

El olor a verde, mezclado en algunas ocasiones, con el olor característico de la lluvia cayendo en la tierra o los guisos típicos que salen de las casas cercanas al camino, por donde estoy paseando ya sea sola, o acompañada.

Lugares que quiero dar nombre en ese momento, pero en mi sueño no acierto a pronunciar, y una vez despierta consigo dar nombre. Y sin duda, uno de ellos es Liérganes.

Liérganes se encuentra situado en la comarca de Trasmiera, por la que discurre el río Miera, importante porque alimenta un balneario de renombre, que sirve como lugar de descanso, de curación y paz. Pero también en él transcurre una de las leyendas más conocidas de la tierruca: el hombre pez de Liérganes.

La increíble historia

En el siglo XVII, en la localidad trasmerana de Liérganes, un matrimonio formado por Francisco De la Vega y María de Casar vivían apacibles con sus cuatro hijos. Al morir don Francisco, María mandó a uno de sus hijos mayores, Francisco, a Bilbao para que aprendiese el arte de la carpintería.

Allí vivió como aprendiz de carpintero hasta que en 1674, en la víspera de San Juan, se fue a bañar al río, unos dicen que ocurrió en la localidad de las Arenas, pero la tradición dice que fue en Liérganes, junto a sus amigos, todos ellos excelentes nadadores, sobre todo Francisco, conocido por la comarca por su habilidades de buen nadador y de poder mantenerse sumergido varios minutos.

No se supo que ocurrió, quizá debido a esa noche mágica, pero Francisco desapareció llevado por las fuertes corrientes marinas.

Cinco años después, se cuenta que fue visto por las costas de Dinamarca, por el Canal de la Mancha, y de allí, fue a las costas andaluzas. En Cádiz, unos marineros que faenaban para pescar caballas en la bahía plateada, afirmaron ver un extraño ser, que en un primer momento pensaron que era un gran ser acuático, pero con aspecto humano que nadaba por sus aguas. A base de engaños, trozos de pan y con la ayuda de las redes consiguieron capturarlo.

Era un muchacho fornido, corpulento, de tez muy pálida y de cabello rojizo y poco poblado, cuyo pecho le cruzaba dos cintas de escamas, una desde la garganta hasta el estómago, y otra que le cruzaba todo el espinazo. Sus manos habían adquirido unas pequeñas membranas muy similares a los anfibios, y sus uñas estaban corroídas posiblemente por el salitre.

Los marineros, que le llevaron al monasterio de San Francisco, estaban acojonados por ese extraño ser que habían capturado, ya que debemos recordar que hace 300 años, todo extraño y diferente era provocado por el demonio.

Allí una vez, fue preguntado por los frailes quien era, o de dónde venía… pero el muchacho no pronunciaba ninguna palabra, ni daba señales de mostrar sentimiento alguno, estaba ido como si su mente estuviera en otro sitio… Al cabo de un tiempo, llegó a pronunciar una palabra: Liérganes.

Todos extrañados no sabían que decía ese joven, hasta que por casualidad un jándalo, un cántabro inmigrado al sur, confirmó que había un pueblo de la Montaña llamado así.

Un religioso del Santo Ofició de la Inquisición, Domingo de la Cantolla, confirmó dicho argumento ya que él provenía del mismo pueblo que ese extraño pez. Escribieron al alcalde para informar la aparición de un hombre que decía ser de Liérganes, y preguntándole la desaparición de algún conciudadano. Desde allí, le confirmaron la desaparición de un muchacho llamado Francisco De la Vega Casar, hacía ya 5 años.

Así que mandaron una expedición al norte para resolver tal enigma. Al llegar a la altura del Monte de la Dehesa, el hombre pez salió corriendo, atravesando las viejas calles de Liérganes hasta llegar a su casa familiar.

Fue recibido por su madre María, confirmando que era su hijo Francisco. Ya en el pueblo, Francisco vivía tranquilo sin mostrar signos de comunicación, iba siempre descalzo, y si se lo permitían, desnudo. Era muy tranquilo y obediente, y a veces, ayudaba llevando mensajes de un lado para otro. Pero la mayoría de las veces, las pasaba en el río Miera, con la mirada perdida en el horizonte.

Al cabo de nueve años desapareció, volviendo al mar donde era verdaderamente su hogar.

¿Mito o realidad? Hemos hablado anteriormente sobre la importancia que tenían las sirenas en Cantabria, y la existencia de un Dios marino como es Lantarón. Por tanto, dada la importancia que tiene el mar en nuestra comarca, no es difícil imaginar que todo lo que tenga una explicación ilógica, tenga tintes mitológicos y adquiera el nombre de leyenda.

Además, estamos hablando sobre una época como era el siglo XVII, en la cual, todas las personas que eran diferentes, o padecían una enfermedad las catalogasen de hechizadas, endemoniadas o incluso convertirlas en seres mitológicos para dar una explicación lógica para ellos.

Enfermedades

Varios estudiosos del hombre pez claman que Francisco padecía dos enfermedades que para esa época eran muy extrañas, como era la ictiosis, un trastorno de la piel que ocasiona que la piel esté seca y llena de escamas, y cretinismo, una enfermedad mental cuyos síntomas, eran las que sin duda presentaba el muchacho pez, como era lengua grande que no le permitía hablar correctamente, poco pelo y fuerte, reducción de la tolerancia al frío, apetito reducido, confusión mental incluyendo la depresión, expresión facial triste y párpados caídos, voz ronca etc….

Todo en su conjunto puede demostrar que la realidad podría haber sido que efectivamente, Francisco hubiera existido, que era un enfermo y que la gente al ver ese aspecto tan extraño, y haberlo encontrado en el mar, quizá bañándose, le hubieran confundido con un hombre pez dando lugar a la leyenda.

Pero, también existen ciertos estudios mitológicos que apoyan que era un ser convertido en un habitante acuático, ya que nos hablan de la existencia de hombres pez a lo largo del mundo como los hombres azules de Minch en Escocía, el Grim en Noruega, los nommo en Malí, los Ningyo en Japón, Siyokov en Filipinas…y un largo etc a lo largo de todas las costas conocidas.

Así como muchas leyendas españolas, escritas incluso por el conocido Torquemada, donde relataba la historia de un hombre proveniente del mar, que violó repetidas veces a una muchacha de un pueblo costero de Galicia, dando fruto a esas uniones , ya fuesen consentidas o no, a una criatura racional, humana pero con rasgos de tritón.

A estos seres se les describe como seres pacíficos e inteligentes, que muestran un insólito gesto de tristeza al ser capturados.

Por tanto, ya sea porque el hombre pez de Liérganes existiese o no, debemos reconocer que se ha hecho universal, así como el bonito pueblo montañés bañado por el río Miera, que un día conoció a un muchacho que adoraba bañarse en sus aguas y se convirtió en un hombre pez.