Por nuestras formas de vida, contra la turistificación

El pasado día 15 de junio tuvieron lugar una serie de convocatorias coordinadas desde la red Sur de Europa contra la Turistización.

Decenas de miles de personas se movilizaron en más de una decena de territorios de la zona para rechazar el monocultivo turístico que expulsa y precariza a la población, que destroza los territorios y el planeta, para exigir cambios urgentes en un modelo económico extremadamente injusto.

Las calles de Barcelona, Cantabria, Córdoba, Donostia, Eivissa, Granada, Génova, Lisboa, Menorca, Napoli, Palma, Venecia… se llenaron con grandes manifestaciones, acciones simbólicas y actos de denuncia y debate. Cada lugar con sus particularidades, atendiendo a su contexto y a su momento, pero todos con la misma idea central: la necesidad de frenar y revertir el proceso de turistización que el Sur de Europa.

En Cantabria se realizó un concejo abierto donde medio centenar de vecinos y vecinas se encontraron para hablar de las problemáticas que enfrentan día a día, consecuencia de la turistificación y el modelo que la hace posible. También las posibles medidas que harían falta para paliarlas.

La red Sur de Europa contra la Turistización, creada en 2018, ha servido hasta ahora como espacio de apoyo y aprendizaje mutuo, y ya anteriormente había generado movilizaciones coordinadas, a menudo con motivo del Día Mundial del Turismo. Pero este 2025, tras las movilizaciones históricas en diferentes lugares del Sur de Europa el año pasado, la red comienza a mostrar su verdadero potencial.

Movilizarnos simultáneamente de manera coordinada ha permitido no ya sumar, sino multiplicar nuestras voces en un potente coro de lucha. Y no estamos solas. Cada vez más personas comprenden que este modelo turístico no es sinónimo de progreso, sino de expulsión, precariedad y devastación.

Está cambiando el sentido común: se acabó el mito del turismo como salvación económica. Lo que vemos, y sufrimos, en nuestras vidas es bien distinto: pérdida de acceso al derecho a la vivienda, barrios vaciados de vecindario, trabajos cada vez más precarios y deshumanizantes, encarecimiento del coste de vida, destrucción del territorio, saturación de recursos básicos, e incluso limitaciones en nuestra movilidad cotidiana. Todo para sostener un modelo que solo beneficia a unos pocos.

Por eso cada vez somos más. Más personas que alzan la voz, más colectivos que se organizan, más territorios que resisten. La turistización ha dejado de ser un problema percibido por unos pocos: se ha convertido en una preocupación generalizada que atraviesa generaciones, clases y territorios. Y esto no ha hecho más que empezar.

Dada la situación que vemos por doquier, no cabe duda de que otras acciones y movilizaciones tendrán lugar aquí y allá este mismo verano, de igual manera que probablemente el próximo día 27 de septiembre volverán a verse acciones anti-turistización con motivo del Día Mundial del Turismo. La lucha contra la turistización crece, se expande y se organiza. Porque nuestras vidas valen más que sus beneficios.