‘La verbena de la Paloma’, la joya sainetera que sigue brillando
FICHA
-Palacio de Festivales de Cantabria, Sala Argenta, día 6 de junio de 2025: ‘La verbena de la Paloma o El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos’, sainete lírico en un acto. Libreto de Ricardo de la Vega. Música de Tomás Bretón. Prólogo cómico-lírico: 'Adiós, Apolo', texto: Álvaro Tato.
-Reparto: Antonio Comas, (Don Hilarión). Manuel de Diego, (Don Sebastián). Borja Quiza, (Julián). Carmen Romeu, (Susana). Ana San Martín, (Casta). Milagros Martín, (Señá Rita). Gurutze Beitia, (Tía Antonia). Sara Salado, (Cantaora). Coro Lírico de Cantabria, directora: Elena Ramos. Orquesta Sinfónica del Cantábrico, dirección musical: Lucía Marín. Producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid, dirección de escena y coreografía: Nuria Castejón.
Cuando el día 30 de junio de 1929 cerró sus puertas el Teatro Apolo de Madrid, no solo se clausuraba un edificio singular, se cerraba el emblema del teatro lírico español, del sainete madrileño y la comedia musical. Por su escenario se estrenaron los títulos más señeros del repertorio lírico que formarían parte de la historia musical de nuestro país: ‘La Gran Vía, El Bateo, Agua, azucarillos y aguardiente, Doña Francisquita’, y sobre todo, ‘La verbena de la Paloma’, que fue la última obra que se representó la triste noche de su clausura.
Ahora, una nueva producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid, que hemos podido ver en Santander, rinde homenaje a aquella noche con 'Adiós, Apolo', rememorando el último ensayo de 'La Verbena', con fragmentos musicales de esos títulos que quedaron para el recuerdo. Álvaro Tato escribe un texto ameno, divertido y bien hilvanado, tal vez le sobren algunos minutos, llegando entre bambalinas al momento triste de la última función en el Apolo, La verbena de la Paloma.
El estreno del sainete había tenido lugar la noche del día 17 de febrero de 1894, en el Teatro Apolo con enorme éxito. Ricardo de la Vega escribió el libreto en una historia de lo más simple, sin enredos, pero con enorme gracia y chispeante. Y Tomás Bretón, gran defensor de la ópera española, le puso música de forma brillante a su partitura, consiguiendo con este sainete lírico su mayor reconocimiento artístico.
La nueva producción que hemos podido ver en Santander, la realiza Nuria Castejón, hija de Pepa Rosado y Rafael Castejón, insignes representantes de la tradición más zarzuelera de nuestro país. La directora y coreógrafa nos presenta una escena clásica, divertida y entretenida, con una llamativa escenografía de Nicolás Boni y el diseño de vestuario de Gabriela Salaverri.
Bien trabajado el movimiento escénico, jugando con la iluminación de Albert Faura. Tal vez abusa en exceso de bailes en momentos que no lo requieren, como en el Preludio orquestal o en situaciones que parecen algo forzadas. Bien resuelta la escena de la Cantaora, aquí sí bien bailado, tal vez el mejor momento de la obra.
El reparto no fue del todo homogéneo, aunque todos cumplieron. Para el personaje de Don Hilarión se ha elegido a Antonio Comas, una voz y actor joven, bien cantado pero alejado del perfil del viejo verde, ligón, y adinerado que es el boticario. Hasta le hacen bailar (¡!) y hacer unas planchas en el suelo mientras canta su ‘Una morena y una rubia’.
Bien Manuel de Diego en su papel de Don Sebastián, con gracejo y buen fraseo, al igual que la Tía Antonia de Gurutze Beitia. Estupenda Sara Salado como la Cantaora, así como el cuerpo de baile, con exceso de trabajo a lo largo de toda la obra.
Nos ha sorprendido la evolución vocal del barítono gallego Borja Quiza, al que he podido escuchar en varias ocasiones, sobre todo en su brillante Lamparilla, de ‘El barberillo de Lavapiés’. Su Julián en esta Verbena no se adapta bien a su actual estado vocal. Su voz es potente, con un timbre algo opaco, pero su línea de canto es lineal, sin matices, y una deficiente vocalización (nos salvaron los sobretítulos). Algo parecido le ocurre a la otrora gran artista de zarzuela Milagros Martín, a su versión de la Señá Rita le falta chispa y una vocalización del todo punto mejorable, aunque sigue dominando la escena como pocos.
Mucho más atinada la estupenda Carmen Romeu como la Susana, bien cantada, con chulería y gracia. Correcta Ana San Martín como la Casta, al igual que el resto del reparto, los guardias y el sereno.
La dirección musical de Lucía Marín, cumplió para concertar las voces con la orquesta, aunque se echó de menos más contrastes sonoros que tanto pide la partitura de Bretón. El Coro Lírico de Cantabria que dirige Elena Ramos, sonó mejor que en anteriores ocasiones, algo fundamental en esta obra tan coral.
La orquesta Sinfónica del Cantábrico sin ser especialmente brillante, con las cuerdas tapadas en algunos momentos por el viento metal, mantuvo un sonido correcto. Seguimos diciendo que Cantabria necesita una orquesta profesional, porque si no tendremos que seguir invitando a las orquestas de otras ciudades para cumplir los estándares de calidad necesarios.
Un gran éxito de público que abarrotó la Sala Argenta en las dos funciones previstas. Y es de justicia señalar que, ahora sí, los sobretitulados han funcionado a la perfección. Se nota que había al frente alguien que sabe de música. Si es que “hoy la ciencia se adelanta que es una barbaridad, una brutalidad”.