CRÍTICA

Una plúmbea versión del ‘Oratorio de Navidad’ de Bach en Santander

Il Gardellino Baroque.

El Palacio de Festivales de Cantabria acogió el concierto de Christoph Prégardien al frente de Il Gardellino Baroque Orchestra y del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana

FICHA TÉCNICA

Il Gardellino Baroque Orchestra. Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana: ‘Oratorio de Navidad BWV 248’, J. S. Bach. Alison Lau, soprano. Marina Baroni, contralto. David Fischer, tenor. Micha Matthäus, bajo. Director del Coro: Xavier Puig. Dirección musical: Christoph Prégardien. Palacio de Festivales, Sala Argenta. Domingo, día 21 de diciembre de 2025.   

Cumpliendo la tradición de los conciertos navideños, hemos podido escuchar en el Palacio de Festivales en Santander, el Weihnachts-Oratorium BWV 248 de Bach, el Oratorio de Navidad más emblemático de la música barroca, basado en los Evangelios de San Lucas y San Mateo. Estrenada en la Navidad de 1734 en Leipzig, Bach utilizó varios fragmentos de otras cantatas, incluso de alguna de sus Pasiones, para completar una obra que es referencia en su complejidad y a la vez de su belleza musical.

Ha sido una lástima la versión plúmbea que nos ha ofrecido Christoph Prégardien al frente de Il Gardellino Baroque Orchestra y del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Ha podido influir el cansancio de llevar cuatro versiones seguidas del mismo Oratorio, siendo en Santander la última parada después de San Sebastián, Barcelona y Pamplona, además de los dos conciertos realizados en Ámsterdam. El resultado fue una versión correcta en lo técnico pero lenta, sin fuerza ni el júbilo que describe la partitura.

La cosa ya empezó con más de diez minutos de retraso, parece ser que, por despiste con el horario de algún solista, lo que descolocó al ensamble, y la Cantata I, ‘El nacimiento’, sonó con desajustes en el coro y mal concertado con la orquesta. Ni rastro de la tonalidad en Re Mayor que escribió Bach en el coro inicial, Jauchzet, frohlocket!, ¡Alegraos, cantad felices!, para describir el júbilo y la alegría por el nacimiento de Jesús.

De las seis Cantatas que componen la obra completa, se interpretaron cuatro, saltando la IV y la V, y la sensación de parsimonia inicial se contagió al resto. Prégardien dirigió solo con corrección, sin pasión, con el mínimo marcaje y sin molestarse en elevar la emoción de los textos luteranos y bíblicos de alegría y júbilo.

El reparto de los cuatro solistas estuvo sólo correcto, excepto el tenor David Fischer en el papel del Evangelista, el único que cantó con emoción y buen fraseo, sobre todo en su escena de la Cantata VI, ‘La adoración de los Reyes Magos’, y en su aria ‘¿Qué daño me podrán hacer los altivos enemigos?’, cantada con pasión y perfecta vocalización. Tanto la soprano Alison Lau como el bajo Micha Matthäus, estuvieron ajustados y correctos sin más, así como la contralto Martina Baroni, bien en el registro central pero inaudible en los graves.

La obra se interpretó sin descanso, con una pequeña pausa al inicio de la Cantata III. El grupo de Il Gardellino no brilló como se esperaba, incluso su sección de trompetas tuvo más de un desliz en varias entradas. Bien el bajo continuo, formado por el cello barroco y el órgano, así como la violinista concertina Joanna Huszcza, acompañando a la soprano en sus arias. El Coro, con buen sonido general, sustituyendo las voces de niños originales por las voces femeninas, tuvieron el mismo tono general, bien empastados y afinados, pero escaso volumen y pasión. El sobretitulado funcionó perfecto. 

Parecía que el frío reinante en el exterior, junto a las continuas toses de parte del respetable, se conjuraron en una versión plana, sin emoción y con sensación de cansancio general. En las obras del genio de Leipzig, si falta pasión y emoción, estás perdido. Habrá que esperar a otra ocasión.