CRÍTICA

Una misérrima ‘Giselle’ no apta para aficionados al ballet

Ballet y la Orquesta de la Ópera Nacional de Moldavia

El Ballet y la Orquesta de la Ópera Nacional de Moldavia actuaron en el Palacio de Festivales de Cantabria

FICHA:

-Ballet: ‘Giselle’. Música Adolphe Adam. Coreografía: Jules Perrot y Jean Coralli.

-Ballet y Orquesta de la Ópera Nacional de Moldavia. Dirección artística: Anastasia Homitcaia.

-Dirección de orquesta: Denis Ceausov.

-Intérpretes: Anastasia Homitcaia (Giselle) y Danyl Paschuk (Albrecht). Del resto del reparto no se informó.

-Palacio de Festivales, Sala Argenta. Ocupación: casi lleno.

-Viernes 30 de diciembre 2022

-Calificación: (sobre 5): *

Llevamos tiempo comentando la falta de criterio de los actuales responsables del Palacio de Festivales de Cantabria a la hora de desarrollar una programación cultural coherente y con unos estándares de calidad dignos de un teatro público. Para nuestra desgracia, los malos augurios se están cumpliendo de un espacio que debería ser ejemplo y referencia para toda Cantabria.

La función contratada de esta ‘Giselle’ a cargo del Ballet y la Orquesta de la Ópera Nacional de Moldavia es un claro ejemplo de lo que estamos comentando. Mi reconocimiento al esfuerzo y trabajo de una compañía que está pasando por unos momentos terribles de amenazas en su país (son frontera con Ucrania) y con unos recursos absolutamente limitados. Están actuando en todos los pueblos y ciudades casi a diario y sin descansos. Ya en enero estuvieron en Santander con otra muy modesta versión de ‘El lago de los cisnes’.

Está claro que la contratación de esta compañía ha sido exclusivamente para cubrir el expediente y decir que también “ponen ballet” en el Palacio. Actuaciones de tan bajo nivel son indignas de un teatro público, sobre todo cuando es lo único en ballet clásico programado. Es más sangrante aun sabiendo de la existencia de compañías de ballet nacionales, e incluso de Francia o Italia, que estarían encantadas de actuar en Santander, así como de orquestas de Cantabria o de regiones limítrofes de una calidad contrastada que harían una estupenda labor de foso.

La versión que los moldavos hacen de Giselle es sobre la coreografía original de Perrot y Corrali. Todo muy modesto con telones de fondo como decorados y una iluminación estática en los dos actos de la obra. El reparto completo no se nos dio a conocer, salvo la primera solista, Anastasia Homitcaia como ‘Giselle’, y Danyl Paschuk como ‘Albrecht’, actual primer bailarín de la Ópera de Odesa. Todos los componentes de la compañía son bailarines muy jóvenes, carentes aún de la solidez y seguridad que requiere este tipo de repertorio. Muy flojitos en general e inseguros.

La orquesta, dirigida por Denis Ceausov, es un completo despropósito, con unos escasos violines de sonidos desafinados y unos metales de volúmenes desaforados que casi tapaban el festival de toses y flemas que no cesaron en toda la representación.

Hablar de los maravillosos momentos que contiene esta obra, ejemplo del romanticismo más puro, es casi imposible con estos niveles artísticos. El famoso ‘pas de paysans’ del primer acto fue un pequeño batiburrillo de bailarines sin orden, las variaciones tanto de Giselle como de Albrecht pasaron desapercibidas, incluso casi omitidas las del segundo acto. Todo muy de andar por casa sin ninguna emoción.

Hace unos días el Instituto Cántabro de Estadística publicaba que han disminuido las visitas de turistas españoles a Cantabria por motivos culturales, las cifras son menores que en los años previos a la pandemia. Es la clara consecuencia de lo que todos sabemos: la actividad cultural de Cantabria ya no despierta interés fuera de nuestras fronteras, y la programación de espectáculos como esta Giselle, y los próximos que vendrán, no hacen más que confirmar los peores augurios.