ENTREVISTA

‘Ocho jueves’, la segunda novela negra de Pablo del Río elige Cantabria para contar dos historias sin relación aparente

El escritor Pablo del Río tiene en mente su tercera novela.

Los Picos de Europa, Potes y Mogrovejo en Liébana, la estación de esquí de Alto Campoo, Santander, Torrelavega y las playas de Liencres, La Arnía y Soto de la Marina son los escenarios donde transcurre la acción

Los Picos de Europa, Potes y Mogrovejo en Liébana, la estación de esquí de Alto Campoo, Santander, Torrelavega y las playas de Liencres y La Arnía, en Piélagos, así como Soto de la Marina, en Santa Cruz de Bezana, son los escenarios de Cantabria donde transcurre la acción de ‘Ocho jueves’, la segunda novela neo noir de Pablo del Río (Cervera de Pisuerga, Palencia, 1964) que cuenta dos historias sin relación aparente.

Tras adentrarse en el mundo de la literatura con ‘Doce abuelas’, donde Asturias es la Comunidad elegida para esta novela negra, este licenciado en Filosofía por la Universidad de Madrid apuesta por la región vecina para narrar unos crímenes con consecuencias demoledoras.

El cadáver de un hombre encontrado por unos montañeros franceses en una cueva y un tenista de élite víctima de una lesión intencionada en el hospital que le dejará incapacitada su mano para seguir practicando este deporte. Y al final los personajes y su pasado confluyen en una misma dirección para el lector.

El escritor también ha trabajado como periodista, tras ejercer siete años como profesor de Literatura en varios institutos de secundaria de la Comunidad de Madrid, Aranguren de Fuenlabrada, El Burgo de Las Rozas, Ramiro de Maeztu y Juana de Castilla de Madrid, entre otros.

Después de formarse en cursos de vídeo y cine en diferentes centros, a mediados de los años 90, el gusto por el cine le llevó a cambiar la enseñanza por el periodismo como redactor de revistas técnicas de carácter profesional. Y en 2006 se lanzó a fundar su cabecera, Cameraman, actualmente Camera & Light, una publicación técnica destinada a abordar la fotografía de las películas.

Durante horas ganadas al sueño, el autor comenzó a escribir relatos y, con el paso del tiempo, una de esas historias se alargó hasta alcanzar las 400 páginas de su primera novela, ‘Doce abuelas’.

Dos razones llevaron a Pablo del Río a salir al mercado con esta primera novela. La necesidad de escribir desde sus estudios de secundaria y liberarse del lenguaje sobrio y técnico, exento de cualquier licencia literaria, de la profesión periodística y de los artículos escritos en las revistas.

Escribir mi primera novela supuso una liberación de ese yugo. Dejarse llevar por una historia es una de las sensaciones más edificantes que conozco. Así que me dejé llevar por esos personajes”, subrayó.

No fue algo premeditado, sino que fue una actividad muy enriquecedora, al margen de que la novela viera la luz o se quedara en el cajón. “Escribir exige disciplina, pero debe de ser una tarea gratificante”, aseguró el escritor cuando se le pregunta sobre los motivos que le llevaron a dar el paso hacia la literatura.

Precisamente, al criarse en la Montaña Palentina, para este profesor y escritor Cantabria ha sido una prolongación de su territorio natural. “Nunca la he visto como un escenario ajeno. Liébana, en concreto, me es enormemente familiar; podría citar de memoria 30 pueblos. Y las playas de Suances, La Arnía, Liencres, La Franca, San Vicente de la Barquera eran nuestras playas y donde acudía desde los 14 años. Lo mismo me ocurría con Alto Campoo o Santander”, explicó.

Conocedor de Cantabria y tras disfrutar de esta tierra desde muy joven, Pablo del Río muestra su encanto por esta Comunidad, ya que en su opinión lo tiene todo: playas magníficas, pueblos tradicionales de bellísima y cuidada factura, los Picos de Europa y con la particularidad de que reunía todos los escenarios necesarios para situar la historia de ‘Ocho jueves’.

Es por ello que toda la novela está situada en escenarios reales. En el macizo oriental de los Picos de Europa comienza la historia, en concreto en las cuevas bocaminas de la zona de Ándara. En cuanto a las playas, La Arnía y Valdearenas, en Liencres; la estación de esquí de Alto Campoo, la plaza de Pombo, el pueblo de Mogrovejo, en Camaleño, son otros lugares fundamentales, mientras que lo único ficticio es el hospital, situado en La Pereda.

Las dos novelas de Pablo del Río.

En cuanto a los personajes de ‘Ocho jueves’, policías, médicos, abogada, profesor de esquí y surf, los tres jóvenes amigos, entre otros, hay un poco de todo, pero la mayoría son de ficción, incide.

Y qué tienen en común y qué diferencias existen entre las dos novelas. Para el autor palentino ‘Doce abuelas’ es una novela situada en Ribadesella, en Asturias, transcurre en invierno, en Navidad, con una atmósfera nebulosa, circunscrita a un pueblo y sus alrededores, una historia más intimista y familiar, con menos personajes y con la música como alma. Su tema es la mentira.

Desde su punto de vista, lo que la hace distinta a las novelas del género negro es que dos personas comunes, un monitor de esquí y una violinista, realizan las investigaciones. Y eso le aporta frescura y autenticidad., remarca, al tiempo que destaca el sentido del humor irónico que le imprime Adolfo, el protagonista.

‘Ocho jueves’ es todo lo contrario, se desarrolla en primavera por escenarios muy diversos y alguno de ellos en plena naturaleza; una novela coral, donde el protagonista no tiene tanto peso como en ‘Doce abuelas’ y lo comparte con la Guardia Civil y la Policía.

A nivel de trama también es muy diferente. En este caso hay tres subtramas que se desarrollan en paralelo y sin conexión aparente, lo que mantiene al lector desorientado hasta que esas historias van engranando como el mecanismo de un reloj, reflexiona el autor.

En sus dos primeras obras Pablo del Río apuesta por el género negro, donde a su juicio se encuentra muy a gusto porque le permite hilar tramas complejas, que enganchan al lector desde la primera línea, y al mismo tiempo cuenta una historia que goce de gran autenticidad.

Aun así, no descarta escribir novela de humor, un género donde, por ejemplo, tiene preferencia por David Safier o Jonas Jonasson.

Neo noir

Dentro de la novela negra, el escritor define su género como neo noir, un término acuñado para subrayar la importancia del humor, de forma paradójica a ese género. Desde su punto de vista, el drama cobra más relieve si contrasta con el humor. “Porque la vida es así: a momentos divertidos le suceden episodios trágicos. Y eso es lo que pretendo con mi literatura: recrear la vida. Por eso huyo de los asesinos en serie o los asesinatos con escenas escabrosas. Me interesa más la crueldad moral”, manifiesta.

En este sentido, reseña que en la primera escena de ‘Doce abuelas’, una anciana se encuentra en su casa con el cadáver congelado de su sobrino, que es como un hijo para ella. “Me parece una escena más trágica y demoledora que acribillar un cuerpo a cuchilladas hasta vaciar los cinco litros de sangre que lleva dentro”, indicó.

Sin duda construir una buena trama es fundamental, con giros argumentales cada pocas páginas que sorprendan al lector, lo zarandeen y lo desorienten. Pero le parece igual de importante contar una buena historia y no quedarse en la estéril idea de que cuadre el puzle en el desenlace.

“Es decir, no me interesa el pulso entre policías y asesinos, a ver quién es más listo de los dos, que es lo que hay detrás de muchas novelas y series. Me interesa el conflicto moral, la batalla entre el bien y el mal, la vulnerabilidad del bien, la seducción del mal; la lealtad, la mentira, la ambición, entre otros aspectos”, manifestó.

El escritor palentino eligió Asturias y Cantabria para sus historias.

Debido a estos motivos, los asesinos de sus novelas no lo son por vocación, sino porque se ven abocados a reaccionar así en situaciones complicadas. Es por ello que se decanta por “contar historias que nos podrían ocurrir a cualquiera de nosotros en un momento determinado. Historias verosímiles, en una palabra”.

Influencias

Lector habitual de literatura, Pablo del Río aseguró que ha leído sólo un par de libros en e-book, aunque no tiene ningún reparo en volver a hacerlo. Sin embargo, es más proclive a los libros en papel, ya que siente una sensación especial, como si las historias le llegasen con más facilidad. “Ahora se está instalando otro formato: el audiolibro, con bastante éxito, al parecer”, remarcó.

En sus lecturas, este literato adelanta que tiene influencias de varias obras y escritores, hasta el punto de señalar que su primera gran influencia fue una novela histórica, que al mismo tiempo es novela negra y que leyó con 16 años, ‘El nombre de la rosa’ de Umberto Uco.

Luego, ejerció una notable seducción la saga ‘Millenium’ de Stieg Larsson, mientras que de Joël Dicker le fascina ese estilo más sociológico, sus novelas no parecen negras. No se olvida de De J. D. Barker, con obras como ‘El cuarto mono’ o ‘La quinta víctima’, donde aunque no le gustan los aspectos escabrosos parecidos, pero sí que escribe a base de martillazos.

No deja de lado el estilo narrativo de James Ellroy, ‘L.A. Confidencial’ o ‘La dalia negra’, llevadas al cine, y en cuanto al manejo de la narración en primera persona y con dos narradores contrapuestos le influyó ‘Perdida’, de Gillian Flynn. En el caso de ‘La chica del tren’, de Paula Hawkins’ le llamó la atención los saltos de tiempo, un arma muy efectiva para generar suspense, y también la variedad de narradores en primera persona y en presente como tiempo verbal.

Si tiene que recomendar alguna novela, suma a las anteriores ‘La princesa de hielo’, de Camilla Ladberg; ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, de Joël Dicker, donde el lector va conociendo mejor a los personajes a medida que avanza la historia que añade otros nuevos sin que se resienta la trama. Otra novela que valora es ‘Los Baltimore’ de Joël Dicker, ya que no presenta una trama muy compleja, pero relata con sabiduría las relaciones familiares.

Tras ejercer el periodismo, surge la cuestión de si el autor se nutre de las noticias de sucesos para recoger ideas que aparecen después en sus novelas o toda la narración surge de su imaginación. Y esta duda tiene su respuesta: “al contrario. Procuro huir de los temas de los informativos. La mayoría de las ideas me surgen mientras escribo”.

En lo que concierne a las manías para dar forma a sus historias, más que una manía como dice el escritor, en su caso es una obligación, redacta sólo por la mañana, ya que por la tarde se queda sin batería y por más que insista las ideas no salen de la madriguera.

Después de publicar sus dos primeras novelas, y con una tercera en mente en la que se encuentra trabajando, Pablo del Río se atreve a realizar una valoración sobre la experiencia de adentrase en el mundo literario. “Es muy positiva. La labor creativa, independientemente del ámbito en que se desarrolle, música, literatura, pintura, cine, cerámica…es de lo más reconfortante. Inventarte una historia, dar vida a personajes y dejar que pululen entre los lectores es una experiencia estupenda”, considera.

Natural de la Comunidad de Castilla y León y tras ambientar sus novelas en Asturias y Cantabria, avanza que en su tercera novela el protagonista también será Adolfo. El hecho de que sea monitor de esquí en invierno y de surf en verano le condiciona los escenarios de las historias.

De cara al futuro, avanza que es muy posible que dé un paso hacia abajo y se adentre en su tierra, donde el norte de Palencia, por ejemplo, sería un lugar idóneo, no sólo porque es su patria chica, sino a que es un lugar muy sugerente para este tipo de tramas.